𝗕𝗲𝘀𝘁 𝗼𝗳 𝘂𝘀| "de verdad, Sarah, ¿te gusto siquiera?"
Ivy ya no es la chica que solía ser.
Sarah ya no es una princesa Kook.
La vida de ambas cambió por completo tras esa tormenta.
Pero no todos los cambios son siempre malos.
•Outer Banks seas...
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Tw: intento de suicidio
Me desperté cuando Audrey vino a darme un beso en la frente de despedida, ya que se iba a trabajar y no volvería hasta la noche.
Me quedé mirando el techo inmóvil, sintiendo mi cuerpo entero arder de dolor cada vez que me movía.
Giré la cabeza y vi un par de pastillas para el dolor que me tomé con la botella de agua que Audrey había dejado para mí.
Aquellos pensamientos de acabar con todo, volvieron a empezar a dar vueltas en mi cabeza y, con ellos, las frases de esos asquerosos Kooks.
“¿cómo puedes seguir viviendo sabiendo que tu hermano es un asesino de mierda?”
“Cada vez que te veo por la calle caminando como si nada me dan ganas de darte una paliza”
“deberías matarte”
No podía seguir con toda esa mierda, pero, cada vez que estaba a punto de hacer una locura, JJ venía a mi mente.
Sabía que si acababa con mi sufrimiento, solo haría que empezara el suyo, y él no se merecía eso.
Pope y JJ me intentaron llamar varias veces, pero apagué el teléfono, ya que no quería hablar con ellos. No quería que me echaran en cara lo idiota que había sido por volver a casa sola de noche.
Me levanté de la cama muy dolorida antes de agarrar una foto que nos hicimos los Pogues y yo el verano pasado en el HMS Pogue, mi barco, aunque, realmente, era de John B.
Nos vi a todos sonriendo y siendo felices, y me pregunté en qué momento nuestras vidas se habían complicado tanto.
En qué momento decidimos que era una buena idea empezar esa puta búsqueda del tesoro.
Yo advertí a John B, sabía que alguno de nosotros iba a acabar mal, pero jamás pensé que yo sería la que acabaría sufriendo las consecuencias del resto.
Tan solo tenía quince años, me quedaba mucho por vivir, lo sabía, pero no sabía si quería seguir viviendo como lo estaba haciendo.
No podía seguir aguantando los mensajes, las llamadas, los murmullos, las cartas, los gritos por la calle... Pero, sobretodo, no podía seguir aguantando ver a mi hermano convertirse en una copia de Big John.
