Fugitivos

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Así que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, lo escribo de mi mano: yo lo pagaré (por no decirte que aun tú mismo te me debes también). (Filemón 1:17-19)

El caso de Jonás es el de un fugitivo por excelencia, al leer su historia nos parece que fue ingenuo y hasta un poco tonto al creer que podía escapar de la presencia del Altísimo.
Sin embargo, tal como hizo Jonás hacemos muchos cristianos hoy en día:

Estamos llamados a ser mensajeros de Dios y avisar a este mundo lleno de pecado que el fin de todas las cosas está cerca y que es ahora el tiempo de arrepentirse de sus malas obras aceptar a Jesús como su Salvador pero...                      

¿qué hacemos?

¿Acaso no andamos la mayoría de nosotros fugitivos al igual que Jonás?
Presumimos ser hijos del Altísimo y creemos que somos menos pecadores que los demás, asumimos tener la potestad de juzgar quien puede o no aceptar la salvación.

Huímos de la voz del Espíritu Santo que nos sigue llamando para convencernos de nuestros errores y guiarnos al arrepentimiento pero nos negamos tanto que se endurece nuestro corazón y terminamos cayendo más bajo y profundo que aquellos que criticamos.

¿Qué hace Dios entonces?

Pues su especialidad: "RESCATAR FUGITIVOS"

Dios nos busca allá en el fondo del mar si es necesario y allá nos recuerda que nos ama. Nos hace darnos cuenta de nuestro error y nos perdona.

Nos saca del hoyo en el que nos metimos por causa de nuestra propia desobediencia y nos restaura hacia el camino que trazó para nosotros.

Eso hizo con Jonás a pesar de lo terco que era.

A pesar de lo tercos que somos, Nuestro Padre Celestial nos tiene paciencia y nos enseña. Nos guía, Nos Perdona, Nos ama, Nos rescata...

A pesar de que vivimos fugitivos de la presencia de Dios, ignorando su voz y endureciendo nuestros corazones, cerrando nuestros oídos para no escuchar su voz llamando. Día tras día, noche tras noche, segundo tras segundo, Dios nos sigue llamando intentando rescatarnos.

Eso ha hecho desde el principio:

...cuando Adán y Eva pecaron e intentaron esconderse de Su presencia.

...cuando Jacob engañó a su padre para recibir la bendición en lugar de su hermano y luego huyó por miedo a la ira de Esaú.

...cuando huyó Jonás intentando no escuchar la voz de Dios que lo llamaba para anunciar su juicio sobre Nínive.

En cada uno de esos casos y otros muchos Dios siempre se dedicó a salvar fugitivos de la misma manera: Viene a nuestro encuentro, nos hace darnos cuenta de nuestro error y una vez arrepentidos nos perdona y nos restaura.

Si hoy aún andas fugitivo de la presencia de Dios, si lo has sentido llamando a tu corazón pero aún sigues haciendo oídos sordos...

No esperes a estar en el fondo de un mar de problemas hundido en la desesperación para escuchar su voz.

Hoy es el día porque a todos los que andaban fugitivos Dios les dió una salida. Y esa salida se llama Cristo Jesús.

Él está frente al Padre hoy intercediendo por ti y por mí y le dice como el texto del principio:
Si me tienes por compañero, recibelos como a mí mismo. Si te deben algo ya yo pagué su deuda cuando morí en la Cruz...

¿Qué esperas?
Entrégale tu corazón a Cristo.

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