Lena se despierta boca abajo en una playa con un grumo de arena en la boca. Tose y lo que expulsa es turbio, granuloso e irritante en la lengua. Sabe a algas sucias. Aspira otro cubo de agua de mar salada, y su sabor mezclado con la arena es sin duda la combinación más desagradable que ha tenido nunca en la boca.
Y le han servido unos cócteles realmente horrendos.
Se tumba de espaldas con la pesada ropa empapada, inmóvil ante el constante golpeteo de las olas. Creería que está muerta si no fuera por el agudo dolor de estar viva y aquí, en esta playa. Lleva una falda lápiz, por el amor de Dios, y le duele el cuerpo. Le duele la cabeza. ¿Ha sido una conmoción cerebral? Respira entrecortada y superficialmente. ¿Se ha roto las costillas? Tiene los pies magullados y no lleva zapatos.
No recuerda cómo llegó a esta orilla, pero de algún modo sigue agarrada al asiento del avión, al flotador, y le duelen los brazos cuando lo suelta. Tarda minutos, horas, una eternidad en ponerse boca abajo, en mirar a su alrededor y ver dónde está.
Parpadea bajo la luz cegadora de un cielo despejado. ¿Era por la mañana? ¿El mismo día? Se pone en pie, tambaleante y con cuidado con las almohadillas amoratadas de los dedos de los pies. Se tapa los ojos y mira hacia arriba. Entonces, sin previo aviso, su esófago se agarrota y vomita otra bocanada de agua salada, salpicando la arena moteada de blanco espumoso.
Se queda mirándola, respirando con dificultad, con las manos en las rodillas.
Lex.
Su hermano hizo esto.
Es lo único que tiene sentido. No comparte su itinerario con nadie. Sólo su personal de seguridad sabe qué aviones privados y pilotos emplea. Pero más importante, sólo su madrastra y Lex saben que ella favorece a... Dios, piensa Lena. Ella favorecía a Paul. Tiempo pasado.
Él está muerto.
Se levanta de nuevo, se frota la arena del ojo, deseando que su boca deje de intentar hacer cualquier cosa traicionera que esté haciendo. El hombre la dejó en un avión que se estrellaba para que muriera sin nada más que un paracaídas defectuoso y una esperanza imposible, pero ella no puede evitarlo. Está triste porque se ha ido. Le llora.
Aspira con fuerza y vuelve a secarse la cara.
También quiere sospechar de Lillian, pero sólo Lex tenía esa facilidad para el drama. Se lo imagina ahora en la rueda de prensa, conteniendo las lágrimas de cocodrilo en una hazaña impresionante de parecer poderoso y vulnerable a la vez. Afirmará que buscará por todo el mundo hasta encontrar su cuerpo mientras él se deleita en secreto en el centro de atención. Además, es un cobarde. Si su madre iba a matarla, Lillian lo haría ella misma, y se aseguraría de que así fuera. No lo dejaría en las temblorosas manos de un hombre que había conocido a Lena la mayor parte de su vida, un hombre que una vez le había regalado un alfiler de oro de avión de la solapa de su propia chaqueta.
No, Lex era el que no se ensuciaba las manos. No de esta manera, al menos. Chantajear, amenazar a la familia de Paul, sobornar, extorsionar; estas cosas apestaban a su hermano.
¿Pero por qué?
Lena vacila, sube a trompicones por la orilla arenosa y se agacha para sentarse a la sombra de una palmera. Empieza a hacer calor. Se quita la ropa mojada y comprueba si tiene heridas. Moratones en su mayoría, algo de hinchazón en las costillas superiores, sensibilidad en la clavícula, pero nada que ponga en peligro su vida. No hay huesos rotos. No es habitual. Incluso increíble. ¿Qué pasó después de que el paracaídas no se abriera? No lo recuerda.
Pero ella no es de mirar a caballo regalado inexplicable en la boca.
Sacude la cabeza, el agua y la arena vuelan libremente, y se echa hacia atrás los largos mechones de cabello negro por encima del hombro. ¿Cómo podría pedir ayuda? Podría prender fuego a la maleza mojada y a la madera. Podría escribir en la arena, hacer señas a los barcos que pasaran, pero...
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(no) tragado por el mar (SuperCorp)
FanfictionTras el intento fallido de su hermano de matarla, Lena queda abandonada en una desolada isla desierta. Tras años de gaslighting, cree que su condición de alfa la convierte en un monstruo. Luchando con una profunda vergüenza sobre quién y qué es, tod...