ForEver

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Que dolor de cabeza, no sabía sí era por tanta tarea o por tanto llorar, aunque yo decía que eran ambas. Llevaba dos días sin dormir como debiera, diría que duermo tres horas nada más y todavía lo dudo, creo que eran menos horas.

Me mantenía en pie gracias a las tazas de café que me tomaba, pero eso sí, jamás me acostaba para descansar, era todo el tiempo sentado en la computadora haciendo tarea, tarea que no entendía ni lo más mínimo. A veces me preguntó si en verdad ingeniería en sistemas era lo mío, me gustaba más escribir mi libro.

Hoy tenía que regresar a consulta. Me pase el día intentando pensar en todo lo que habíamos hablado la doctora y yo, pero era completamente difícil porque hablamos de Ellie y si pienso en Ellie me pongo mal, entonces como le hacía para pensar en la consulta si al pensar en la consulta pensaba en ella y todo era tan....

DIOOOOSSS!!!!

Cálmate Andrew, cálmate.

Respira.

1, 2, 3....

* Procede a calmarse *

Entonces no logré pensar ni procesar nada de la bendita consulta, así que decidí hacer tarea y estresarme por eso y no por pensar.

Jenny tenía nuevo horario de la mañana, por lo que me libraba a mí de acompañarla a esperar su transporte, tenía más tiempo para terminar todo en la casa y salir relajado al consultorio.

Ya el dolor en la mano había pasado por lo menos, si dolió como no se imaginan, pero como yo soy un masoquista de mierda pues curaba dolor con dolor, pero está vez no le daba a la ventana solamente a la pared, ya esa lección la aprendí y no iba a romper otra ventana.

No quise comer nada, ya llevaba varios días así, y ahora que lo pienso a veces solo comía una vez al día. Sin darme cuenta estaba regresando a mi peor estado emocional, el depresivo.

Le dejé la comida servida a los animales y salí, mis abuelos me quedaban viendo raro siempre que salía, a lo mejor se preguntaban a dónde iba tanto, o pensarían lo peor. Si supieran qué estoy yendo a una psicóloga para tratar todos esos problemas que ellos no saben y tampoco me importa que sepan.

Esto de escribir me gustaba bastante, escribir cada día con la doctora y contarla era algo que me fascinaba, aunque a la vez no porque recordaba que todo lo decía sin filtro, es decir, la pura verdad, y pensar que mi familia podría leerlo es como que, no sé, aunque el motivo de esto es desahogarme y ya.

Llegué y por lo visto Amanda no estaba hoy, su escritorio estaba como el primer día que vine, completamente solo.

Toque la puerta y respondió la doctora.

– Un momento por favor – Decía al otro lado – Andrew – Sonrió apenas abrió la puerta – Pasa adelante. Cuéntame, ¿lograste organizar tu mente después de la última terapia? – Coloco el temporizador a andar.

Eeeeeh

– Si – Mentí.

– Pudiste tratar muy bien el tema de Ellie entonces.

Ay dios.

Cómo lo explicaba sin terminar hablando nuevamente de ella y que me volviera a doler.

Ah ya, fácil y sencillo.

– Si, tema superado – Dije con toda tranquilidad volviendo a mentir y con la mejor sonrisa falsa que pude aparentar.

Se quedó por un momento callada y saco su teléfono, empezó a buscar y buscar en el, hasta parecer encontrar lo que quería.

– Pero sí lloraste y cantaste por despecho hasta quedarte sin lágrimas y sin voz, tú crees que si superaste el tema?

Maldición el libro.

Diario de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora