Tic Tac

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Seguía encadenado sin poder escapar, escuchando mi nombre por todos lados.

– Andrew – Se escuchaban diversas voces y todas parecían sufrir.

– Basta – Le suplicaba a la neblina – Para por favor.

– ¿Tú tuviste piedad de todas esas personas a las cuales les hiciste daño?

– No era yo quien les hacía daño.

– Pero podías detener su sufrimiento y aún así no lo hiciste.

– No entiendes, en ese momento no sabía que hacer, era como sí no....

– Como sí no fueras completamente tú – Dijo otra voz. En ese momento un cuerpo atravesó lentamente la neblina, posando en frente de mí, llevaba capucha por lo cual no lograba ver su rostro – Todo ese daño por el cual te sientes culpable no lo causaste tú.

– ¿Y tú quién eres? – Pregunté.

– El que si causo todo el daño – En ese momento se quitó la capucha dejando así su rostro al descubierto, era un espejo, una copia exacta a mí – Soy tú – Dijo con una sonrisa macabra en su rostro.

– Tic Tac – Sentí algo de miedo al pensar eso – No, esto no puede ser, tú no eres real, solo eres un producto de mi imaginación, yo las cree a todos ustedes.

– ¿A todos nosotros? – Pregunto con ironía – Solo estamos tú y yo acá Andrés, las otras si eran inventos tuyos, yo sí controle la mente una vez, ¿te acuerdas?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordarlo.

– No, no, no, tú no eres real, tú eres un invento de mi mente.

– Sigue creyendo eso – Tenía en su cara una sonrisa de asesino – Desde aquel día sigo esperando el momento para volver a controlar la mente.

– No vas a controlar nada, porque no eres real.

– ¿No te parece extraño Andrés? ¿O te sigo diciendo Andrew? – Cambio el tema así de la nada con una sonrisa.

– ¿Qué cosa? – Omití el tema del nombre.

– Tú no sueñas, pero cuando lo haces y recuerdas ese sueño se convierte en realidad.

Por un momento me vino el recuerdo de los diversos sueños que se convirtieron en premoniciones y al tiempo en realidad, el miedo me invadió el cuerpo al pensar que esto fuera señal de algo.

– Esto no va a pasar en la realidad, tú no existes y yo controlo mí mente y mis emociones.

– ¿Y también eres capaz de controlar aún estando dentro de ella? – En eso saco una daga de su bolsillo, fue hasta la neblina  y desapareció por un pequeño instante para regresar con otra persona. Era Jenny.

– Jenny!! – Empecé a gritar apenas la vi – Sueltala.

– Si vas a empezar con los gritos y la desesperación mejor hagamos algo. Niebla, las manos también – en eso salieron otras dos cadenas más encadenadome de las manos también – Quedó mejor, aunque falta algo más – Dejo a Jenny tirada y con un trapo me amordazo la boca. Intente oponerme, pero al estar encadenado no pude – Ahora si no escucharé tus gritos de dolor.

¿De dolor?

Lo único que quería saber era que pretendía hacer ese imbecil con mi hermana.

– Dices que puedes controlar tu mente y tus emociones, hagamos una prueba y veamos que tal controlas el dolor – Tomo a Jenny y sin pensarlo le cortó su cuello con la daga.

Me quedé pasmado, sin siquiera saber ni cómo reaccionar, verla ahí tirada desangrándose era un junte de emociones, tristeza primero que todo, irá hacia él y miedo por lo que sería capaz de hacer.

Diario de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora