S & V

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El que madruga, Dios lo ayuda.

Así es el refrán popular de mi familia y por eso mismo siempre madrugo, y hoy más que nunca, tenía una cena con Víctor y para ser sincera estaba nerviosa, no porque me haya invitado a salir, porque ya lo ha hecho antes, sino que desde que llegó de su viaje me comentó que tenía algo importante que decirme y quiere verme, así que no se.

Tenía organizado todo lo que tenía para hoy. Primero, pasar por el consultorio buscando unos papeles que me tenía Amanda, después buscar en la lavandería mi traje para está noche, y por último ir al restaurante.

Fácil.

Ya me había alistado, prepare mi tazón de frutas y conflei como todas las mañanas con la rebanada de pan tostado y mi jugo de naranja. Termine de comer y me fuí.

Todo apuntaba a ser un día tranquilo. El sol era radiante, sin pronóstico de lluvia, no tenía nada pendiente, en definitiva la vida iba bien, aunque eso me asustaba un poco.

La última vez que pensé que todo iría bien, lo que sucedió fue la masacre que marcaría mi vida, pero intenté no pensar en eso y seguir enfocada en la vía.

Puse algo de música para el camino, empezó a sonar la playlist de Redimi2.

En eso me llegó un mensaje, aproveche echarle un ojo mientras estaba en el semáforo.

Era de Víctor.

Hola Scarlett, te escribo para saber si aún está en pie nuestra cita?

Cuando llegará al consultorio le respondía.

El tráfico estaba un poco lento, y a decir verdad yo también estaba un poco ansiosa, quería que llegara la noche, pero a la vez no, entonces era algo confuso mis pensamientos.

Deje de pensar y solo me enfoque en la vía hasta llegar.

– Hola Amanda.

– Doctora, ¿Cómo está?

– Muy bien gracias – respondí con mi sonrisa de alegría – ¿Cuáles son los papeles que me tenía Amanda?

– Un momento – Registro la carpeta en busca de los archivos – Tome – los iba revisando por encima nada más – Se me olvidó ésta carta, la trajo el joven Alejandro está mañana.

– Que raro, yo le había dicho que hoy no iba a poder atenderlo.

– La entrego y no dijo más nada al respecto, solo se despidió y se fue.

Me fui al consultorio un rato a sentarme para revisar bien todos los papeles, pero sobre todo esa carta.

Alejandro había faltado últimamente porque tenía unos problemas a según él, y que trajera una carta hoy cuando le digo que no le puedo dar consulta me parece extraño.

Por fuera estaba firmada con su nombre y una frase que era de disculpas.

Doctora antes que nada le pido disculpas ya que no voy a poder seguir asistiendo a las consultas, para ser sincero no he estado nada bien, todo lo que alguna vez llame felicidad se desvanece poco a poco quedando solo el recuerdo, como ya le dije una vez prefiero aislarme de todos para intentar sanar nuevamente.

No se preocupe por mí, estaré bien, creo, con el anheló de volver a vernos algún día, y si no sabe más nunca de mí vea al cielo y la estrella que más brille le dará una respuesta.

ATT: Su paciente más Loko.

No pude evitar soltar una lágrima ante lo que acababa de leer. Intente llamarlo, pero salía directo al buzón, ya se había aislado como dijo.

Diario de nadie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora