Uno

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Era una noche fría y oscura. Ella caminaba por las calles de Seúl, envuelta en su abrigo y su bufanda, tratando de llegar a su casa lo antes posible. Había sido un día largo y agotador, lleno de clases, trabajos y exámenes. Lo único que quería era darse una ducha caliente y meterse en la cama.

Pero el destino tenía otros planes para ella.

Cuando pasó por delante de un club nocturno, escuchó una música que le llamó la atención. Era un rap, con una voz grave y seductora, que le hizo detenerse y mirar hacia la entrada. Había un cartel que anunciaba el nombre del artista: Suga.

Ella reconoció el nombre al instante. Era uno de los raperos más populares del momento, y ella había escuchado algunas de sus canciones. Le gustaba su estilo, su ritmo, su letra. Le parecía un chico atractivo y misterioso, que transmitía una energía especial.

Sin pensarlo dos veces, se acercó a la puerta y pagó la entrada. Quería verlo en persona, escucharlo en vivo, sentir su música. Entró al club y se abrió paso entre la multitud, buscando el escenario.

Allí estaba él. Min Yoongi, alias Suga. Con su cabello negro y sus ojos oscuros, vestido con una chaqueta de cuero y unos jeans ajustados. Con un micrófono en la mano y una sonrisa en los labios. Con su voz que hipnotizaba y sus rimas que encendían.

Ella se quedó paralizada, admirando su figura, su movimiento, su expresión. Se sintió atraída por él, como si fuera un imán. Quería acercarse más, verlo mejor, tocarlo si fuera posible.

Él la vio también. Entre la multitud de rostros anónimos, sus ojos se encontraron con los de ella. Se sintió intrigado por ella, por su belleza, por su mirada. Quiso saber más de ella, quién era, qué hacía allí.

Terminó su canción y bajó del escenario. Se dirigió hacia ella, abriéndose paso entre la gente. Ella lo esperó nerviosa, sin saber qué decir o qué hacer.

Él llegó hasta ella y le tendió la mano.

-Hola -dijo con voz ronca-. Soy Suga.

-Hola -respondió ella con voz temblorosa-. Soy...

-No me digas tu nombre -la interrumpió él-. No quiero saberlo.

-¿No? -preguntó ella confundida.

-No -repitió él-. Solo quiero pasar un buen rato contigo.

Dicho esto, la tomó de la mano y la llevó hacia la salida.

Ella no opuso resistencia. Se dejó llevar por él, por su impulso, por su deseo.

Oh, dios mío.

Oh Dios Mío;MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora