Tres

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Ella despertó al día siguiente, sintiéndose feliz y relajada. Se giró en la cama y lo vio a él, durmiendo a su lado. Estaba boca arriba, con el cabello despeinado y los labios entreabiertos. Ella lo admiró con ternura y le dio un beso en la mejilla.

Él abrió los ojos y la miró con una sonrisa.

-Buenos días -dijo él.

-Buenos días -respondió ella.

-¿Cómo has dormido? -preguntó él.

-Muy bien -dijo ella.

-¿Te arrepientes de algo? -inquirió él.

-No, de nada -aseguró ella.

-Me alegro -dijo él.

Y la besó de nuevo, con dulzura, con cariño.

Ella se acurrucó en su pecho y escuchó los latidos de su corazón. Se sintió feliz y segura en sus brazos. Se olvidó de todo lo demás, de su vida, de sus problemas, de su futuro.

Él la abrazó con fuerza y le acarició el cabello. Se sintió feliz y tranquilo en su presencia. Se olvidó de todo lo demás, de su fama, de sus fans, de su pasado.

Solo eran ellos dos, en esa habitación, en ese momento.

Ellos se quedaron en la cama un rato más, besándose y abrazándose. Luego se levantaron y se ducharon juntos. Se vistieron y salieron de la habitación. Él pagó la cuenta y la llevó a su coche.

Ella no sabía qué iba a pasar ahora. Si él la iba a dejar en su casa, si iba a pedirle su número, si iba a volver a verla. No sabía qué quería él, ni qué quería ella.

Él tampoco sabía qué iba a pasar ahora. Si iba a llevarla a su casa, si iba a darle su número, si iba a volver a verla. No sabía qué quería ella, ni qué quería él.

Pero ambos sabían que habían compartido algo especial. Algo que no se podía olvidar fácilmente. Algo que los había marcado.

Él condujo por las calles de Seúl, buscando la dirección que ella le había dado. Ella lo miró de reojo, tratando de memorizar su rostro. Él la miró de vez en cuando, tratando de grabar su voz.

Llegaron a su casa. Él aparcó el coche y bajó. Ella bajó también y se acercó a la puerta. Él la siguió y la tomó de la mano.

-Gracias por todo -dijo él.

-Gracias a ti -dijo ella.

-Ha sido una noche increíble -dijo él.

-Ha sido una noche mágica -dijo ella.

-¿Te volveré a ver? -preguntó él.

-¿Quieres volver a verme? -preguntó ella.

-Sí -respondió él.

-Sí -respondió ella.

Entonces se besaron de nuevo, con emoción, con esperanza.

Se intercambiaron sus números y se despidieron con una sonrisa.

Él se subió al coche y se marchó.

Ella entró en su casa y cerró la puerta.

Ambos miraron sus teléfonos y sonrieron.

Oh, dios mío.

Oh Dios Mío;MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora