Cuatro

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Ella no pudo concentrarse en sus clases ese día. Solo pensaba en él, en Suga, en la noche que habían pasado juntos. Se preguntaba si él la llamaría, si le escribiría, si le diría algo.

Él tampoco pudo enfocarse en su trabajo ese día. Solo pensaba en ella, en la chica de la cafetería, en la noche que habían pasado juntos. Se preguntaba si ella lo esperaría, si le respondería, si le diría algo.

Ambos querían hablar con el otro, pero no se atrevían a dar el primer paso. Temían que el otro los rechazara, que los ignorara, que los olvidara.

Pero también temían perder el contacto, perder la oportunidad, perder el sentimiento.

Así que al final del día, ambos tomaron una decisión.

Él cogió su teléfono y le escribió un mensaje.

-Hola. Soy Suga. ¿Cómo estás?

Ella vio el mensaje y sonrió. Cogió su teléfono y le respondió.

-Hola. Soy la chica de la cafetería. Estoy bien. ¿Y tú?

Él vio el mensaje y sonrió. Cogió su teléfono y le escribió otro mensaje.

-Estoy bien. Me alegro de que estés bien. ¿Qué haces?

Ella vio el mensaje y sonrió. Cogió su teléfono y le respondió.

-Nada especial. Estoy en casa. ¿Y tú?

Él vio el mensaje y sonrió. Cogió su teléfono y le escribió otro mensaje.

-Yo también estoy en casa. ¿Te apetece hablar por teléfono?

Ella vio el mensaje y sonrió. Cogió su teléfono y le respondió.

-Sí, me apetece.

Entonces él la llamó y ella contestó.

-Hola -dijo él con voz ronca.

-Hola -dijo ella con voz temblorosa.

Y empezaron a hablar, a conocerse, a acercarse.

Ellos hablaron por teléfono durante horas. Se contaron sus vidas, sus sueños, sus miedos. Se hicieron preguntas, se dieron consejos, se rieron juntos.

Ella le habló de su pasión por la escritura, de su deseo de publicar un libro, de su admiración por su música.

Él le habló de su trayectoria como rapero, de su esfuerzo por mejorar, de su agradecimiento por sus fans.

Ella le dijo que le gustaba su voz, que le transmitía emociones, que le hacía sentir cosas.

Él le dijo que le gustaba su risa, que le alegraba el día, que le hacía querer más.

Ella le preguntó si tenía novia, si salía con alguien, si estaba interesado en alguien.

Él le preguntó si tenía novio, si salía con alguien, si estaba interesada en alguien.

Ella le respondió que no, que estaba soltera, que solo estaba interesada en él.

Él le respondió que no, que estaba soltero, que solo estaba interesado en ella.

Entonces se quedaron en silencio, escuchando el latido de sus corazones.

-Hay algo que quiero decirte -dijo él rompiendo el silencio.

-Yo también -dijo ella al mismo tiempo.

-Tú primero -dijo él cediendo el turno.

-No, tú primero -dijo ella insistiendo.

-Vale -dijo él respirando hondo-. Quiero decirte que... me gustas. Mucho. Más de lo que pensaba. Más de lo que debería.

Ella sonrió y sintió un cosquilleo en el estómago.

-Yo quiero decirte que... me gustas. Mucho. Más de lo que pensaba. Más de lo que debería -repitió ella con sinceridad.

Él sonrió y sintió un calor en el pecho.

-¿Qué hacemos ahora? -preguntó él con incertidumbre.

-No lo sé -respondió ella con honestidad.

-¿Quieres ser mi novia? -se atrevió a preguntar él con esperanza.

-¿Quieres ser mi novio? -se animó a preguntar ella con ilusión.

-Sí -respondieron ambos al unísono.

Entonces se dijeron te quiero y se besaron a través del teléfono.

Oh, dios mío.

Oh Dios Mío;MYGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora