5) My Boss [G!p] [AU]

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Enid Sinclair

Cuando llego a casa, Mike; mi perro me recibe. Es un encanto. Leo la nota en que Yoko me explica que le ha dado la medicación.

Tras quitarme la ropa me pongo algo más cómodo y me preparo algo de comer. Cocino una rica pasta, me lleno el plato y me siento en el sofá a ver la tele mientras los devoro.

Cuando acabo con todo el plato, me recuesto en el sofá y, sin darme cuenta, me sumerjo en un sueño profundo hasta que un sonido fuerte me despierta de repente. Adormilada, me levanto y el tono vuelve a sonar. Es mi teléfono.

—¿Quién es?— pregunto, frotándome los ojos.

—Enid. Soy Wednesday.

Entonces, me despierto rápidamente. Miro el reloj. Las seis en punto. ¡Por favor! Pero ¿cuánto he dormido? Me pongo nerviosa. Mi casa está hecha un desastre. El plato con los restos de la comida sobre la mesa, la cocina en mal estado y yo tengo una pinta horrible.

—Enid, ¿me abres?— insistió.

Quiero decirle que no. Pero no me atrevo.

¡Oh, ¡Dios, está todo sin fregar!

El timbre vuelve a sonar. Me miro en el espejo. Tengo el pelo desordenado. Lo arreglo como puedo y corro a abrir la puerta.

Cuando abro, jadeo por las carreras que me he metido y me sorprendo al ver a Wednesday vestida con un pantalón negro ceñido al cuerpo y una blusa roja. Está hermosa.

Como si fuera tonta, me apoyo en la puerta. Ella me mira de arriba abajo. Estoy a punto de gritarle: «¡Ya lo sé! Estoy horrible». Pero me sorprende cuando me dice:

—Me encantan tus tenis.

Me pongo roja como un tomate al mirar mis tenis de Bob Esponja que mi sobrina me regaló. Wednesday entra sin que yo la invite. Mike se acerca. Wednesday se agacha y lo acaricia.

Cierro la puerta y me apoyo en ella. Mike es tan maravilloso que no puedo dejar de sonreír. Wednesday me mira, se levanta y me entrega una botella.

—Toma, preciosa. Ábrela, ponla en una cubeta con bastante hielo y coge dos copas.

Asiento sin rechistar. Ya está dando órdenes.

Al llegar a la cocina, saco la cubeta que me regaló Yoko en mi cumpleaños, hecho hielo en ella, abro la botella y, al meterla en el hielo, me fijo con curiosidad en las pegatinas rosas y leo «Moët Chandon Rosado».

—Dijiste que te gustaba la fresa— escucho mientras siento cómo me pasa la mano por la cintura para acercarme a ella —En ese champán domina el aroma de fresas silvestres. Te gustará.

Extasiada por su cercanía, cierro los ojos y asiento. De pronto, me da la vuelta y quedo apoyada entre el frigorífico y ella. Mi respiración se agita. Ella me mira, yo la miro y entonces hace eso que tanto me gusta. Se agacha, acerca su lengua a mi labio superior y lo repasa.

¡Dios, qué bien sabe!

Abro mi boca a la espera de que ahora me repase el labio de abajo, pero no. Me equivoco. Me levanta entre sus brazos y luego mete su lengua directamente en mi boca con una pasión voraz.

Enrosco mis piernas en su cintura y, cuando ella pega su entrepierna en el centro de mi deseo, me derrito. Sentir su excitación dura y caliente sobre mí me hace querer desnudarla. Pero entonces separa su boca de la mía y me pregunta:

—¿Dónde está lo que te he regalado hoy?

Vuelvo a ponerme colorada.

—Allí.

Wenclair One shots [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora