¿Sueño?

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Pov: Omnisciente

Su pecho subía y bajaba de manera errática, la respiración se dificultaba a la vez que bajaba más y más.

De repente, los ojos del castaño se abrieron de forma desesperada. Se sentó de manera casi automática. Esa había sido la peor pesadilla que pudo haber tenido.

Llevo sus manos a su cara, para poder limpiar las pequeñas lágrimas que se asomaban por sus cuencas, tan fuerte había sido el susto que casi lo hacía llorar.

Y como no, soñar que estabas en medio de un bosque oscuro en medio de la noche mientras que a lo lejos escuchabas los gritos de personas siendo descuartizada y pisadas que cada vez que se acercaban más no era nada agradable, fue una mala jugada para su mente inquieta.

Un suspiro escapo de sus labios al notar que todo fue creado por su imaginación. Enderezó la espada mientras examinaba el lugar donde se encontraba.

Una habitación blanca que hacia que sus ojos se cierren un poco al tener tanto brillo en esas paredes desgastadas, estaba reposando en una camilla con suaves sábanas blanquecinas, había bastantes muebles con cajas repletas de pastillas al igual que algunas máquinas dispersas en la habitación.

Todo delataba que estaba en un hospital. Se pregunto mentalmente que hacía ahí, o como siquiera había llegado.

Su último recuerdo era estar buscando ansiosamente a los híbridos pato por su casa, mientras intentaba marcar alguno de sus números.

Intento levantar al brazo y se dio cuenta que estaba conectado a una máquina extraña, al parecer media sus signos vitales. A su derecha había un suero que de igual manera estaba inyectado en su otro brazo.

Se quedó mirando la ventana por un rato, no tenía ningún recuerdo de como había terminado en un hospital. Pero quería salir de ahí, tendría que esperar a que algún enfermero o enfermera pasará por ahí para poder irse por fin.

El sonido de una bandeja metálica estrellándose en el piso lo hizo salir de sus pensamientos. Dio un pequeño brinco y cubrió sus orejas ante el fuerte ruido, una mueca de dolor se formó en su rostro.

Se sentía extrañamente más sensible de lo usual.

Miro a la fuente del ruido. Vegetta lo miraba atónito desde el marco de la puerta, la bandeja que parecía traer pastillas y un yogurt se encontraba tirada en el suelo.

Lágrimas empezaron a salir de las hermosas gemas violetas, el pelo azabache se veía muy poco cuidado y se encontraba despeinado, había dos bolsas negras abajo de sus ojos aguados y un creciente nudo se formaba en la garganta de Vegetta.

-- Vegetta, tío, ¿Qué sucede? ¿Donde estoy? ¿Donde está Quackity? -- pregunto Luzu con un hilo de voz. No entendía nada de lo que estaba pasando, solo quería ir a su casa con Manolo.

Sin darle tiempo para hacer más preguntas, el azabache se abalanzó sobre el recién despertado. Se arrodilló a la par de la camilla y aplastó su rostro sobre una de las pálidas piernas que permanecía tapada con la fina tela.

Vegetta soltó los sollozos contenidos durante meses sin darse cuenta mientras soltaba palabras que solo confundían al castaño.

El oji-rojo se encontraba boquiabierto, una de las cosas que jamás pensó ver en vida era a su mejor amigo llorar y parecer tan frágil enfrente de alguien.

Sin saber bien que hacer solo empezó a acariciar los descuidados mechones contrarios, pensando sabiamente las siguientes palabras para no empeorar la situación del más bajo.

-- Está bien, está bien. Estoy aquí Veg. -- susurro despacio el mayor, intentando vagamente tranquilizar un poco al contrario.

Al escuchar esto el azabache levanto un poco su rostro, dejando ver sus pesados ojos ahora rojos por el llanto. Agarró suavemente la mano del contario, aunque su mano temblaba el agarre era firme.

3 ǫᴜᴀᴄᴋs - ʟᴜᴄᴋɪᴛʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora