❝Donde Jeongin es un omega típico que sólo se dedica a su esposo y a sus hijos. Pero su sueño de una familia feliz se rompe cuando ve que ha estado luchando por un amor que ya está roto desde hace mucho, mucho tiempo.❞
» adaptación, todos los crédit...
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La siguiente semana no fue mejor que la primera. Hyunjin insistía en que Sunoo volviera al colegio, pero sentía que su palabra iba perdiendo fuerza en aquella casa, hasta el punto en que ya nada giraba en torno a él. Jeongin se la pasaba consolando a su hijo, acunándolo entre sus brazos y susurrándole que jamás le dejaría. Jungwon tampoco parecía querer separarse de Sunoo, y, por otro lado, Hyunwoo también se le vio muy afectado por lo ocurrido. Hyunjin pudo jurar que en más de una ocasión le descubrió lanzándole miradas acusadoras.
El alfa tuvo la sensación de que todos formaron un nido alrededor de Sunoo y él pasó a ser completamente ignorado.
Desde que Jeongin le gritó que no le daría ningún otro cachorro que Hyunjin no osó tocar el tema otra vez. Sin embargo, nadie le quitaría razón cuando dijo que todo aquello fue culpa de su omega por permitir que Sunoo siguiera en el club de taekwondo.
Pero pronto se dio cuenta que tendría que lidiar con algo más. Esa noche, cuando llegó de trabajar, lo vio, y su temperamento empeoró, oliendo unas feromonas dulces de omega nada más poner un pie dentro la casa.
La amiga de Jeongin.
Rei no tuvo noticias de Jeongin por varios días, preocupada porque le hubiera o hubiese ocurrido algo malo, así que le llamó un día para saber de él, pero no esperaba escuchar algo tan horrible como que marcaron al pequeño cachorro, Sunoo.
Sin pensarlo dos veces, esa misma tarde se presentó en casa de Jeongin. Ni siquiera podía imaginarse el tormento por el que estaría pasando su amigo y el propio Sunoo. De pie frente a la puerta, su corazón se encogió cuando la figura de Jeongin apareció delante de sus ojos, viéndose como alguien que envejeció muchos años en muy pocos días.
Rei notó enseguida las feromonas de tristeza y abatimiento; estaban por toda la casa.
—Disculpa si está un poco sucio todo —dijo Jeongin, acompañándola hasta el comedor.
Ella no le dio importancia, pero en su opinión, la casa se veía limpia. Tomó asiento en el sofá, al lado de Jeongin, quién no pudo ni esbozar una débil sonrisa.
—¿Cómo está tu pequeño? —preguntó Rei.
—Tiene pesadillas por las noches, y la marca no deja de dolerle —respondió, con un suspiro pesado—. Se culpa por lo sucedido y apenas sale de su cuarto. Está siendo muy duro para él.
Rei le cogió la mano y se la estrechó, haciéndole ver con ese pequeño gesto que estaba a su lado.
—¿Y tú? ¿Cómo te sientes? Si necesitas cualquier cosa, solo tienes que pedírmelo. Quiero ayudarte en lo que sea.
Jeongin tragó duro, sus ojos perdidos en algún punto que Rei no lograba encontrar. Hubo un silencio largo, pesado y doloroso. El omega luchaba consigo mismo, recordando reiteradamente las crueles palabras de Hyunjin. El sentimiento de culpa era demasiado abrumador.
