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Hoseok suspiro por centésima vez ese día. Ya había llevado al último paciente para su tratamientos y se sentía horrible. No le gustaba ese trabajo, fue gracias a su padre que lo consiguió y la verdad no estaba para nada agradecido, aunque por él haya conocido a Taehyung.

Tener que escuchar y ver cómo los pacientes se volvían locos. Como se jalaban de los pelos por la impotencia o la locura o la rabia que sentían por dentro; era simplemente sofocante, pues no podía hacer nada. Ellos les inyectaban drogas y alucinógenos que sabían les hacían daño, pero en ese manicomio no estaban para ser curados, estaban para ser dañados por locos. Eso era lo que decían ellos. No ayudaban, mataban. Y eso era lo que mas le molestaba a Hoseok; en cualquier momento podía perder a todos esos conocidos con los cuales llegó a ser amigos. En su mente el pensaba que ellos no eran tan malos, que solo había que darles una oportunidad, nada más. La cosa era que jamás, nadie se las iba a dar.

Dejó su carpeta en el escritorio y paseo sus dedos por su cabeza. Estaba exhausto y solo quería relajarse. En realidad, quería tomar una medicina y hacer que su dolor desapareciera. Sabía cual era esa medicina, pero sería muy arriesgado tomarla, pues ahora mismo se encontraba en el jardín con sus demás compañeros disfrutando de un día soleado.

No dudó en levantarse y caminar hasta la ventana para que estaba haciendo el día de hoy. No podía acercársele simplemente sin una excusa creíble de por medio, sería demasiado sospechoso y terminaría perjudicando a Taehyung y él no quería eso.

Lo vio sentado en el césped junto a Jimin. Estaban riendo, o bueno eso era lo que creía, pues, nada mas veía a Jimin reír. Taehyung estaba de espaldas. De un momento a otro llegó Jungkook y se sentó al lado del rubio. Parecían amigas normales teniendo una tarde normal en un día soleado, pero, tristemente, la realidad era otra. Los tres tenían enfermedades mentales que quizá perjudicaría sus vidas sociales si salen a las calles solos. Hoseok nada más los quería ver felices, en ese momento lo estaban, pero sabía que después de esto ellos no seguirían con esas sonrisas en sus ojos; ellos terminarían ocultándola y dejando que toda esa mierda los destruya por dentro. Simplemente algo que no le gustaba que pasara.

—Se llaman tulipanes, Tae.— rió el rubio enseñándole la flor que había arrancado del jardín. Era muy linda. De un color rosa pálido que se combinaba con el blanco de la base.

—Son lindas.— acarició los pétalos. —Me gustaría saber quién los plantó.— dijo perdido en la flor. Era demasiado hermosa, tanto que la olió y se decepcionó porque no oliera como él esperaba.

—Creo que las plantó Lisa o Irene. Una de las dos.— respondió Jungkook mirando la flor en las manos de Taehyung.

—¿Como sabes eso?— cuestionó Jimin observando al pelinegro a su lado.

—Creo que las vi a una de las dos plantándolas hace meses. No sé, no tengo muy buena memoria.— rió por lo dicho. Quizá mentía, quizá no. Él nunca supo si fue lo bastante inteligente como para tener buena memoria. Su mente a veces borraba cosas importantes o simplemente las borraba porque sí, pero su mente nunca borraría el momento en el cual todo se fue a la mierda en su vida. Era su condena.

El rubio asintió ante lo dicho y cambió su rostro sonriente por uno serio. Se podía llamar celoso a sí mismo, pero le valía muy poco si la gente lo catalogaba con eso. No tenía importancia.

—¿Debería preguntarles?

—No. Es suficiente con esto, les agradeces después.— farfulló el rubio con un malhumor notable.

—¿Qué te pasa?— esta vez fue Jungkook quien preguntó. Se le hacía raro su repentino cambio de humor, pero debería ya de estar acostumbrado. A sus personalidades, no a sus cambios de humor. Aun así se le hizo raro.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2023 ⏰

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