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Bakugo sabía algo, el mundo era una mierda.

Si haces algo para ayudar te juzgan, si no haces nada te critican y si haces lo que los demás hacen te señalan.
Para él, el ser humano era la peor especie del planeta. Después de todo es la única especie que crea un arma hecha para matar en busca de la paz.

— hermano — llamo Enjiro, su compañero de clase — la clase ya va a empezar.

A mala gana Bakugo deja su cigarro a medio acabar en el piso, sin importarle si algún niño lo coge; es Enjiro quien lo pisa para apagarlo, mirando por donde va su amigo con mala cara y suspirando agotado para luego darle el alcance y pedirle prestado sus apuntes.

Era una forma de obligarlo a que realice sus deberes para que no insista con sus clases de responsabilidades masculinas.

De vuelta al aula las cosas no cambian, Monoma como siempre tratando de gastarle una broma de mal gusto tirando sus cosas o haciendo blanco de burlas por algunas cosas sin sentido como sus cosas que no son nuevas o de marca. Enjiro quien asegura ser su amigo y hermano no hace nada más que verlo con lástima sin tratar de ayudarlo.

A la vista de Bakugo es igual que Neito, solo le habla bien cuando necesita un favor y luego le va a dar la espalda como todos.

Realmente no quiere ir a clases pero tampoco quiere estar en casa.

El mundo para él es un infierno hecho por el mismo hombre. En silencio reza para que Dios ya se canse y toque las trompetas del apocalipsis, o mejor aún; que el mismo diablo se le presente y le proponga un trato para vender su alma. Sí, sin duda hacer un pacto con el mismo Lucifer sería lo mejor en ese momento.
Solo tendría que pedir una muerte tranquila y pacífica, posiblemente su cuerpo pase a estudios de medicina ya que duda que su padre valla a buscarlo y no cree que alguien llore su muerte, es más, puede jurar que van a estar mejor sin él.

La campana hace el coro que tanto le gusta, las clases acabaron y siendo viernes tiene tiempo para respirar por fin.

Huye, huye antes de que Enjiro trate de fingir ser un buen amigo para buscar una forma en que él pague todo. Huye porque no quiere la amabilidad fingida de nadie. Simplemente ya no quiere la lástima de los que le rodean.

Esta cansado de palabras dulces que no van de la mano con las acciones.

Tan perdido en sus pensamientos que no nota cuando llego a ese callejón, estaba cerca de ese puesto ambulante de hamburguesas solo que en vez del puesto hay una mujer. Esta fumando sentada en el pavimento frío y húmedo; cuando sus miradas se conectan le extiende un cigarrillo.

— toma, te vez como la mierda. Igual que yo.

Y suelta una cargada apagada.

Katsuki extrañado acepta el cigarro pero solo queda mirando ya que no tiene fuego a lo que la chica misteriosa sonríe. Posa su dedo índice en la punta del cigarrillo y de pronto comienza a votar humo.

Estaba encendido.

— magia.

Dice ella con esa sonrisa que aunque era fingida de alguna forma fue contagiosa para él.

— eres rara.

— no es lo peor que me han dicho — suelta ella haciendo espacio para que él se siente a su lado, cosa que Bakugo hace — no sueles venir por aquí ¿Verdad?

— no..., Decidí cambiar de ruta hoy.

— entonces... ¿Quieres hablar?

— no.

— okey.

Dice ella y solo se acomoda mejor para poder tirarse en el piso dejando a Bakugo perplejo.

—¿Qué? — pregunta ella notando su mirada.

— ¿no vas a preguntar nada?

— si no quieres hablar no hay que preguntar — suelta ella — al fin y al cabo cada quien libra sus batallas a su modo. Algunos buscando ayuda y otros callando para no dar lástima.

Bakugo la mira, una parte de él cree que está hablando con el mismo frente a un espejo.

— ¿Cómo te llamas?

Ella le mira y sonríe.

— Izuku — de pronto la sonrisa se apaga y su mirada se dirige al cielo nublado — pero puedes ponerme otro nombre, todos lo hacen. Después de todo es mi trabajo.

— ¿En que trabajas?

— soy una puta — suelta dándole la última jalada a su cigarro — doy asco, lo sé. No tienes que decirlo.

Bakugo se quedó en silencio, di bien no entendía porque las mujeres hacían ese tipo de trabajo tampoco las juzgaba después de todo pudieron tener algún motivo para llegar a ese extremo.

— supongo debes tener una razón — suelta echándose en el suelo al igual que ella — no creo que lo hagas por diversión.

Ella le mira y sonríe otra vez, a este punto debe decir que esa sonrisa rota le da más calma que las sonrisas falsas que le dedican sus supuestos amigos.

— lo hago para ser libre por un momento — suelta ella — no es algo de lo que uno debe estar orgulloso.

— al menos haces algo por libertad.

Porque para Bakugo eso era admirable, el no se atrevería a dejar un techo donde dormir por un poco de libertad. El que ella elija ese trabajo por algo que él siempre anhelo es admirable.

El sonido del celular interrumpe la atmósfera que de había formado en el silencio.

— sí... Ya veo. En unos minutos estare ahí.

Bakugo la mira y por un momento deseo que él tiempo de detuviera para poder hablar más con ella.

— oye.

Llama notando como ella se levanta para irse, Izuku se detiene y espera a que diga algo.

—¿Vienes por aquí seguido?

El rostro de ella se ilumina por un instante antes de asentir y sacar algo del bolsillo de su casaca y de lo entrega antes de irse corriendo.
Bakugo mira el papel y nota que es un número telefónico.

Sonríe. Por primera vez sonríe de una forma tranquila.

....

Clear-black va a llegar tarde al trabajo y no de arrepiente de nada.

Los amo.

Mañana vuelven a saber de mí.

crónicas de un demonio deprimidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora