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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐶𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜 ________________ "¿𝒀 𝒔𝒊...?"
Al salir, nos lleve directo a un parque con varias zonas techadas. Afortunadamente sólo había dos niños y una señora, así que no teníamos que preocuparnos por estar rodeados de muchas personas.
Cuando llegamos fui a un banco de las zonas con techo y me senté, aquí nos quedaríamos mientras Alice y Bella llegaban. Edward hizo lo mismo, sentándose a mi lado.
Pasaron los minutos y Edward y yo nos mantuvimos en silencio. Él parecía estar procesando todo lo que acababa de pasar. Y en parte, yo también.
Había vivido ya casi un año con los Vulturi, me había quedado con ellos por beneficio propio y ahora me fui de ellos por el beneficio de alguien más.
Mire a Edward de reojo y dejé salir una suave risa. Era algo extraño, en mi larga vida se me habría ocurrido que estaría sentada a lado de un vampiro de ficción, en un mundo de ficción.
Aunque debí haberlo visto venir, mi vida nunca a sido muy normal que digamos. Pero de todas las cosas que me han pasado, esta está en el top tres de las cosas más raras y extrañas.
—¿De qué te ríes? —preguntó Edward, sacándome de mis pensamientos. Me gire para verlo, él seguía mirando hacia el frente con la vista perdida.
—Se siente bien estar afuera —conteste. Él frunció el ceño, y por fin volteo a verme.
–¿A que te refieres?
—Los Vulturi no me dejaban salir del castillo.
Edward me miró sorprendido.
—¿Nunca? —negué como respuesta.
—Solía escabullirme pero no me podía ir por más de una hora, si no, corría el riesgo de que me descubrieran.
Edward me miró con lastima, y esta vez fui yo la que frunció el ceño.
—No me mires así —Edward se volteo, avergonzado. Oculté una sonrisa—. No fue tan malo, si omites esa parte, fueron como vacaciones.
Edward se giro a verme, incrédulo. Pero no dijo nada. En cambio solo me repaso con la mirada. En su mirada podía ver intriga.
Me gire al frente, tratando de no poner una mueca cuando recordé que así miró a Bella cuando la conoció.
