𝚌𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 7

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Cuentan las malas lenguas, que en el mundo vagan miles de almas de personas que dejaron cosas pendientes por hacer o que han sido condenadas a vagar eternamente sin descanso alguno, muy pocas personas son capaces de verlas, unas de esas son los niños; pues se dice que al ser seres puros/inocentes, son capaces de ver cosas más allá de lo convencional.










...












- Y entonces el señor Gyomei empezó a tocar su shakuhachi (flauta de bambú), a pesar de ser ciego tiene una vida normal, es asombroso como hace tantas cosas -

El pequeño azabache se encontraba frente a una piedra redonda hablando con alguien, pero el lugar se encontraba vacío.

- Las personas se acostumbran a sus capacidades y encuentran una manera de sobrevivir - con una voz suave contesto al menor un joven de cabellos rosados. - Así como tú y yo - sentenció, finalmente apareciendo y posándose frente al niño.

- ¿Por qué dices eso? Ahora mismo estamos bien - le dijo Giyuu a la persona frente a él.

Sabito quien seguía frente a el, soltando un suspiro hablo. - No, no lo estamos - coloco una mano en el hombro de niño con una mirada de lástima - Giyuu... ya es tiempo de dejarme ir - y con eso el de ojos violetas desapareció con el viento, dejando al niño solo de nuevo en el bosque.

Giyuu solo se quedó parado sin decir nada por un momento conteniendo las lágrimas, no sabía a que se refería pero fuera lo que fuera lo hacía sentir un dolor en el pecho y unas ganas enormes de llorar, siempre era lo mismo, tal vez era tiempo de preguntarle a Urokodaki sobre eso.







...







- Okayata-sama, sabe que respeto su decisión, pero el joven Tokito es demasiado joven como para cuidar de Giyuu en estas condiciones - reclamaba al hombre que se encontraba frente a el, pidiendo que alguien más cuidara del pilar que fue afectado por la maldición.

- Urokodaki-san Comprendo que se preocupe por Tomioka-san, pero el joven Tokito es lo suficientemente autosuficiente y creo que es capaz de cuidar a Tomioka - mientras el patrón hablaba el joven de cabellos negros con puntas azules observaba las nubes sin prestar atención a la plática de los dos adultos. - ¿No es así Tokito-san? - dijo esta vez el patrón dirigiéndose al joven distraído.

Este solo bajo la mirada y respondió con un calmado - Perdone, ¿Qué decía? - haciendo que Urokodaki se preocupe aún más por el cuidado que recibiría el menor los siguientes días.

- Decíamos que eres lo suficientemente responsable como para cuidar unos días de Tomioka-san - Dijo de nuevo, pero esta vez siendo escuchado por el menor.

- Ah... claro, porque no - dijo volteando la vista una vez más a las nubes.

El anciano sin más opción acepto resignado, y después de hablar, el patrón le asigno su nueva misión, al salir de la mancion se dirigió junto al joven de puntas azules a su morada donde el pelinegro recogería al niño para llevarlo a su finca donde se quedarían los siguientes días.

Cuando llegaron el pequeño niño ya tenía sus cosas listas para ir a la finca del pilar de la niebla, así que se despidió de Urokodaki y se marchó junto al otro pelinegro. En el camino ya cuando había pasado un tiempo el más pequeño ya estaba cansado, pues el camino resultó ser más largo de lo que pensaba, lo que causo que sus pies empezarán a doler, y que un quejido saliera de sus labios.

- Ummm disculpe, Tokito-san, ¿falta mucho para llegar? - pregunto a su acompañante quien permanecía con semblante serio.

- Si - respondió sin más, cosa que desánimo al niño, sus pies no aguantarían mucho y el paso del otro era muy rápido para el, por lo que iba casi corriendo para seguirle el paso - Tu resistencia a decaído Tomioka-san, necesitas trabajar en eso - volvió a hablar el de puntas azules, para después cargar al niño en su espalda y que ya no se quejara.

𝑪𝒐𝒎𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒕𝒖 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora