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Apagué mi alarma y me desperté para poder revisar mi celular. Mjm, mensajes sin importancia. Me levanté con pereza para ir al baño y poder asearme. Hoy tenía que aprovechar al máximo, pues hoy era el último día de mis vacaciones y finalmente entraré a la universidad.
La vida con mi abuelo y mi tía aquí se ha vuelto más tranquila, pues aunque estemos en una ciudad, ellos parecen ser los más relajados y nos aportan de sus buenas vibras todos los días.
- ¿Te has despertado?.- escuché la voz de mi tía Florencia al estar afuera de mi habitación.
- Si, saldré un rato y regreso para ayudarles con en jardín del abuelo.- contesté colocandome mi polera negra.
- Está bien, Diego también salió...Fue que hizo nuevos amigos así que supongo que también llegará tarde. Nos vemos.- avisó haciendo resonar sus pisadas ante el piso.
Señal de que se había ido. El problema aquí es que nadie sabe dónde o con quien...Según ella a su trabajo...Mucho menos sabemos en qué trabaja.
Mi tía es algo...¿Cómo decirlo sin que suene mal?. Un poco de mente cerrada. No es muy expresiva como queremos y siento que nos oculta cosas. Aún así no deja de prestarnos atención y en buscar lo mejor para nosotros.
Sin duda es igual que su hermano, osea mi papá.
Pero bueno, hora de salir.
[🏀]
Terminé de contestarle los mensajes a las nuevas amigas que hice en la ciudad. Seguí con mi camino hasta llegar a la ubicación indicada.
- ¿J?.- volteé notando como Diego se alejaba de su grupo de amigos para llegar hasta donde yo estaba.- ¿Que haces aquí?. ¿Tanto me extrañas?.- se burló.
- Ni en tus sueños.- bromeé de igual forma.- Aquí es donde están mis amigas.- señalé el establecimiento que teníamos en frente.- ¿Tu que haces aquí?.- me crucé de brazos.
- También vengo a pesar el rato aquí con mis amigos.- los señaló a lo que me saludaron amablemente.
- Hola.- murmuré de igual forma.- Pero encerio, si queremos que nuestros amigos no descubran como somos de idiotas al está juntos, debemos tomar nuestra distancia.- asentimos al estar de acuerdo.
- Vamos chicos.- habló Diego entrando al lugar, claramente dejándome afuera.- Perdón.- murmuró apenado abriendo la puerta para mí.
- ¡Ey, J!.- escuché el grito emocionado de Miranda, mi amiga extrovertida e influencer de 18 años.