7. El beso

13 1 0
                                    

La noche fue tranquila, había silencio y se escuchaban algunos pasos que iban de allí para aquí.

John se despertó primero. Mientras dormía, se vistió y se fue a desayunar. Después me trajo un plato con unas tostadas hechas al fuego, sabían raro, estábamos acostumbrados a comer comida de ciudad y eso era un poco diferente.

Podría acostumbrarme a esto, la verdad.

¿A la comida horrible?

¡No, tonta! ¡A que un hombre guapo nos traiga el desayuno a la cama!

-¡Aquí tienes: la especialidad del chef! - dijo con su encantadora sonrisa. Me fijé que en su mejilla derecha se le marcaba un hoyuelo, era arrebatador.

Arrebatador va a ser verle sin camiseta, no un hoyuelo.

Cállate.

Después se fue para que yo me pudiera vestir tranquila y me puse el traje que me había dado el Sargento Sánchez. No me quedaba demasiado bien, en cierto modo parecía una bolsa de basura.

Salí al exterior, y me encontré los ojos de John mirándome fijamente, entonces se echó a reír.

-¿Qué te hace tanta gracia? - dije, con frialdad.

Se puso a reír aún más, me estaba empezando a hacer enojar el chaval. Entonces vino el mayor Sánchez y nos pusimos en formación.

-Hoy entrenaremos por parejas, debéis conocer a vuestro adversario. Elegidlas vosotros.

John y yo nos miramos: no conocíamos a nadie más así que tuvimos que ponernos juntos. El entrenamiento era duro, nos pasamos dos horas practicando diferentes técnicas de combate y después teníamos que practicar con las armas de fuego.

Me daba miedo disparar, aunque no fuese a alguien, me daba pánico. Cuando John, que estaba a mi lado, me envolvió en sus cálidos brazos y me sostuvo las manos para que pudiera disparar y así dejar de temblar, me sentí invencible. Al cabo de unas horas, practicamos con la espada y descubrí que John era muy bueno. A mí no se me daba mal, pero prefería el cuerpo a cuerpo.

¿Sabes qué prefiero yo? Su cuerpo, nuestro cuerpo y una cama de por medio.

Shhh, tengo que entrenar.

Al final del entrenamiento tocó mi recién descubierta especialidad y preferencia, donde practicamos más llaves para inmovilizar a nuestro oponente. 

Éramos muchas parejas enfrentadas, todas en medio de un círculo de tierra enorme, justo en medio del campamento. 

Mientras estábamos en la segunda pelea, en el último momento yo me encontraba en el suelo, así que cogí a John del tobillo y de la camiseta, poniendo el pie en su cadera y haciendo presión para tirarlo y yo, levantarme; invirtiendo la posición, es decir, quedando encima de él. Sentí una conexión. Nos estábamos mirando, era todo eléctrico. Me lamí los labios, sabía que algo iba a pasar. Nuestras narices se rozaban, creando un bucle de caricias entre ellas. Nuestros labios se juntaron un segundo: fue un beso corto pero me hizo alucinar, como si todo el mundo se ralentizara para dejarnos disfrutar del momento; mientras el sonido de las alarmas sonaba de fondo.

Las alarmas anunciaban el fin del entrenamiento, las cuales hacían acto de presencia sonando por lo alto. John y yo nos quedamos haciendo contacto visual: en sus ojos se podía vislumbrar una mezcla de confusión, sorpresa y emoción. Me levanté despacio, sin dejarlo de ver y de un momento para el otro me veis corriendo con el corazón amenazándome de salirme del pecho hacia las duchas. 

¡Tía, no! La próxima quédate un ratito más.

Mis manos temblaban y me di cuenta de que John me gustaba, y mucho. Que quería probar más de él, no un simple beso (o casi-beso, porque nomás nos rozamos los labios).

Para nada lo conocemos desde hace nada. ¡Ja! Nada, nada, que soy súper graciosa.

Pero me daba miedo. Hace muy poco que lo conocía y ya me estaba precipitando. 

Lo sé.

Aunque tampoco era muy extraño: todas mis amigas ya estaban casadas y habían conocido a sus parejas de jóvenes. No es nada de otro mundo hoy en día, pero aún así me daba escalofríos de solo pensarlo. ¿Y si me estaba confundiendo de sentimientos? ¿Y si él no me veía a mí así?

Decidí ducharme a ver si así mi mente se aclaraba.

Era tan atractivo, gracioso, encantador, arrebatador... Era imposible no enamorarse de él.

¿No quieres explicar nada más del día de hoy?

Vocecita, yo quiero escapar de este día.

Ah, ¿sí? Pues a mí gustó.

La sombra del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora