14. ¡BARCELONA! (Parte 1)

22 2 0
                                    


Después de la muerte de mi padre se preguntarán, ¿y eso es todo? Pues la verdad es que no. Al cabo de unos días decidí pedir un permiso para ir a Londres durante una semana para ver a mi madre, ya que en ese momento necesitaba su apoyo. John decidió venir conmigo porque decía que, supuestamente, tenía que hacer unos "recados", aunque sé que no lo hacía por eso, sino que era porque estaba preocupado por mí.

Nos permitieron irnos porque éramos buenos soldados y porque yo estaba pasando por una gran pérdida, y no nos olvidemos de decir que mi padre llevaba años sirviendo al ejército.

En fin, voy a ir al grano: compramos un pasaje en un barco no demasiado lujoso. La idea era parar en Barcelona para visitar a la hermana de John (que vivía ahí), para luego pasar por Londres, así que hicimos las maletas y emprendimos hacia la aventura (¿se nota la ironía?).

En el viaje, John se dedicó a planificar un plan de ataque a la guarida de nuestros enemigos. Es verdad, me olvidé de contarles ese detallito: solo podíamos ir si a la vuelta presentábamos un informe en el cual explicásemos detalladamente una idea para entrar y sabotear los recursos enemigos secretamente.

Pero yo no podía pensar en eso. Simplemente, me bloqueaba, no me salía. Así que mi cerebro se dedicó a hacer algo que todavía odio más: sobre pensar. Sí, sí, ¡qué palabra de mierda! Pero bueno, así es la vida.

Mi mayor miedo (y último pensamiento desastroso recurrente), apareció sin previo aviso en el fondo de mi mente: "¿John y yo solo nos damos cariño a los dos porque necesitamos a alguien a nuestro lado o porque realmente es amor?"

Espero de todo corazón que sea lo segundo.

Dejé ese pensamiento de lado meneando la cabeza, ahora no estaba de humor para ponerme a pensar en tonterías. De golpe me di cuenta que al llegar a casa tendría que volver a verme con Michael. ¡OH, NO! ¡Mierda! Después de todo lo que pasó antes de irme... Tampoco se lo había contado a John y no sé por qué se instaló un sentimiento parecido al de la culpa en mi pecho.

Y yo que quería vacaciones.

Miré de reojo a mi acompañante, estaba leyendo a mi lado con una expresión de calma en los ojos. Tenía barba de algunos días y sus ojos brillaban con la luz del atardecer.

Madre mía, qué guapo que estaba.

Sé que muy en el fondo estaba preocupada (vale, no tan en el fondo)... No tenía ni idea de cómo era nuestra relación y eso me mantenía despierta muchas más noches de las que querría admitir. Seguí mirándole hasta que él se dio cuenta y me miró con una sonrisa de soslayo.

¡Mierda, nos atrapó, amiga!

- ¿Qué miras tan embobada?

- ¿Eh? ¡N..NADA! - Y cómo no, me puse roja como un tomate. Ya empezábamos: cuando se trataba de él nunca me podía controlar y dejar de sentirme nerviosa. 

¡Ufff, es que nos vuelve locas!

Él volvió a centrarse en su libro sonriendo y yo lentamente apoyé mi cabeza en su musculado hombro.

Gracias a la calidez de su cuerpo, su aroma, y el balanceo del barco conseguí quedarme dormida, después de muchos días de no hacerlo.

***

Alguien me golpeó suavemente en el hombro. Solté un murmuro y empecé a abrir los ojos poco a poco. John me miraba con una sonrisa en los labios.

Cómo te fijabas, ¿eeeeh?

- Hemos llegado a nuestra primera parada: ¡BARCELONA! - dijo, orgulloso.

- AYYYYYY, QUÉ ILUSIÓN - chillé, levantándome de golpe, ahora más animada, yendo hacia la ventana.

Pareces una niñita de cinco años en una feria.

El paisaje urbano apareció y con él, el gran puerto donde íbamos a desembarcar.

Tuvimos que esperar un rato hasta que nos dieron permiso para poder bajar y coger nuestras maletas. 

Al bajar del barco el olor a mar impactó contra mi cara y, embobada por el lugar, dejé caer mi maleta la cual fue rodando por la pasarela.

Bien hecho, para nada ridículo. Un aplauso a la para nada torpe Elizabeth Jones Gauthier.

Corrí todo lo que pude para alcanzarla, sin mucha suerte, mientras iba gritando a la gente de adelante para que se apartasen. Al final vi que un guardia detenía la maleta por mí y me miraba con cara de fastidio. 

- Què ha passat? - me preguntó el guardia. (¿Qué ha pasado?).

- ¿EH?

John nos alcanzó en ese momento y le dijo:

- Perdona a aquesta jove, és el primer cop que ve a Barcelona, s'ha emocionat i li ha caigut la maleta, em sap molt de greu - (Perdona a esta joven, es la primera vez que viene a Barcelona, se ha emocionado y se le ha caído la maleta, me sabe muy mal).

Vaya si sabe hablar también catalán, qué sexy.

El guardia en escuchar lo que dijo (que no tengo ni idea la verdad) suavizó la expresión.

Y yo sin poder evitarlo me puse roja y le pedí perdón con un gesto.

Al final pudimos irnos sin ninguna interrupción. Al salir del puerto vimos un taxi y John le pidió que nos llevara a no sé qué calle.

Miré por la ventana del taxi los edificios modernistas, eran todos muy bonitos, y me fijé en la gente que paseaba por la calle. En un momento vi una familia junta agarrándose de la mano y mi pecho se encogió por la tristeza.  

John al notar que me ponía tensa, me pasó un brazo por encima de los hombros y me pegó más a él. Inspiré, y las lágrimas abandonaron mis ojos.

- Gracias - murmuré, acurrucándome más en él.

No se puede pedir más, eres una suertuda a toda regla. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 28 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La sombra del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora