abstinencia 彡 Ricardo Alcaraz

08

Abrí lentamente mis ojos y la primera imagen que ví fue la del techo blanco con reflejos del sol. Estuve quieta por minutos para que el resto de mi mente y cuerpo se vayan despertando, una vez así estiré mi brazo y agarré mi celular para ver la hora.

Diez y cuarenta de la mañana.

Bueno, para ser el segundo día no está tan mal. Aún en vacaciones con responsabilidades, pero voluntarias, no puedo quejarme.

...

Oí pasos lentos desde arriba y que venían bajando, este se acercó y habló con voz ronca.

—¿Qué es eso que huele tan bien? — preguntó Ricardo acercandose y rascando su cabeza. traía el cabello desordenado y vestía playera negra con bermuda de lo mismo. Tomó asiento y yo me le fui acercando con un plato que contenía masa, carne, condimentos y variedades de verduras.

¿Estará de buen humor?

—Tacos, toma, hazte uno.

Me miró sorprendido —¿Quién te dijo que me gustan?

—Tu amigo. — tomé asiento, puse mis codos sobre la mesa y agarré mi celular con la intención de navegar en las redes.  Le eché un vistazo para ver qué hacía Ricardo y efectivamente me estaba mirando fijamente, lo cual me hizo poner de los nervios, desvíe rápida la mirada con la mayor incomodidad de mi vida.

—¿Qué me ves? — soltó él.

—Qué me ves tú más bien, estás mire y mire. —le respondí y seguí con mi celular.

Tal vez el buen humor se le acabó.

Rodeó los ojos y se cruzó de brazos —¿Bueno, no me harás un taco?

Lo miré alzando las cejas —¿Yo por qué? yo solo te cuido.

—Pues por eso, me estás cuidando, tuviste que hacerme uno.

—Soy tu cuidadora, no tu sirvienta — me detuve a beber algo de agua — además ni quién quisiera serlo. También no se qué le echas, por eso armatelo tú.

No le regresé la mirada pero supe que me hizo una mala cara. Me fijé la hora en la parte izquierda de mi celular, once y veinte. Empezaba a sentirme aburrida en este ambiente vacío porque no hemos cruzado palabras desde entonces.

—¿Qué haremos hoy? — pregunté viendo al celular.

Ricardo paró de comer y respondió confuso —¿'Haremos'? — remarcando la palabra.

—Pues si, tú no puedes estar solo que ya te tragas toda la licorería, y eres responsabilidad mía, así que tengo que estar contigo donde sea que vayas o estés.

—Ugh ni que fuera un perro. — exclamó y siguió comiendo.

—Tómalo como quieras pero es así. Estaba pensando en ir al centro comercial, estoy muy aburrida aquí.

—¿Y qué culpa tengo yo? nadie te obligó a venir, tú decidiste esto.

La realidad es que ya sus comentarios me estaban hiriendo un poco, al principio podía evitarlos pero... se estaba volviendo algo feo. Sé que soy una desconocida, pero su trato es molesto. De todos modos prefiero seguir así y no perder la cabeza, no quiero decir algo fuerte y que luego hayan problemas.

Paciencia, paciencia.

—Si... es verdad lo que dices, yo elegí ésto, por lo que no es culpa tuya, lo siento. — le respondí de la manera más calmada que pude, no quise sonar agresiva como él. Noté como su rostro se alivió, como si se hubiera sorprendido ante mi respuesta.

—...Lo siento yo.

¿Se había disculpado? aunque le costó un poco decirlo, sonó seria pero sincera. Por alguna razón me hizo sentir bien, como si una pequeña partícula de felicidad se hacía presente por primera vez en este lugar.
Si la clave era tratarlo de manera diferente a la que él lo hacía conmigo, entonces debe seguir así.

—Si quieres salir no tengo problema, me iré a recostar — luego de decirlo se retiró de la mesa.
Pero sonaba algo raro en cómo lo dijo, como serio.

...

—Oye, ¿ya estás listo? ya son más de las cinco — llamé a Ricardo tocando la puerta del baño, este salió a los segundos. Inconscientemente levanté la mirada para verlo a los ojos y él también me miró pero desvío la mirada. Noté que tenía sus ojos rojos, aunque su cabello los tapaba un poco, sin embargo no comenté nada al respecto. Entré al baño a acomodar mi cabello, después nos fuimos al centro.

El camino no era incómodo, pero si algo extraño, pero ni modo, no hemos conversado porque ninguno habló primero nomás para indicar qué lugar ir. Yo era alguien quien es fan de la estética, música, entre otras, por lo que actualmente estamos parados frente a una tienda de discos.
Mis ojos viajaban a todos lados buscando algo interesante que llevar, no pude evitar ver a Ricardo de reojo, quien se encontraba viendo un punto fijo frente a un estante de discos.

¿Qué tanto mirará? ¿Estará buscando algo?

Mi curiosidad y amabilidad me obligó a ayudarlo —¿Estás interesado en algo? — se encogió de hombros desinteresado.

No hablé más porque no quería que me haga comentarios no tan amables, por lo que fui a pagar un disco de la banda 'One ok rock', de ahí directamente salimos del local.

—¿Conoces la banda? —le pregunté mientras seguíamos caminando y viendo las vidrieras.

—¿Cuál banda? — respondió de manera más desinteresada.

—Pues, one ok rock, acabo de comprar un disco de ésta.

—Pues si pero no la escucho.

En el camino le fui contando sobre la banda, sus canciones, letras, todo, quería que la conociera. Porque la realidad es que cuando algo me gusta demasiado no puedo mantenerlo callado y necesito presumirlo. Generalmente quien más hablaba era yo, Ricardo solo hacía muecas y un simple 'ah' 'okay' 'bueno', no obstante segui con mi conversación.
Ricardo frenó su caminata bruscamente, lo miré confusa y él estaba mirando hacia adelante a un punto, como si hubiera encontrado algo perturbador, pero se mantenía serio. Puse mis ojos en la misma posición que él tratando ver qué estaba viendo él.

—¿Ocurre algo? — pregunté.

—No, ya vámonos — dijo girando sobre sus talones apresurando el paso, apuré mis pasos ya que iba demasiado rápido.
Casi pasamos por la puerta de salida cuando se escuchó una voz femenina detrás.

—Ricardo.

Voltee despacio captando a una chica de mi misma alturara, linda, con cuerpo cuidado y cabello rubio enrulado. Y llevaba blusa blanca con pantalones gruesos color negro.

Parecía un ángel.

Se le acercó, Ricardo ni siquiera se dió la vuelta para verla, tampoco le respondió. — vámonos — fue lo único que dijo antes de irse caminando, yo lo seguí por puro impulso, sin embargo me sentí apenada por lo de la misteriosa chica.