Monotonía

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Adolfo despertó a lado de Matilde, una mujer guapa, de tez morena, cabello castaño y una sonrisa que derretía a cualquier hombre además de las típicas medidas perfectas según los estereotipos femeninos; miró a la chica dormir profundamente y aunque lucía despeinada sin duda alguna seguía viéndose hermosa.

Suspiró desviando su mirada al techo, tenía meses que ya no sentía nada por ella pero tampoco tenía la valentía para terminarla cuando tanto apoyo le brindó en el pasado pues Matilde era su novia casi desde la adolescencia y había vivido con ella cada primera vez importante para toda persona, momentos inolvidables plasmados en fotografías subidas a Instagram, Facebook y toda red social, tenían dos años viviendo juntos y pocos meses de haber adoptado a un par de perros pug que eran como sus hijos, pues ella no había podido concebir en todo ese tiempo y aunque eran jóvenes, dejaron de intentarlo.

Se levantó de la cama estirándose al tiempo de un bostezo, caminó un par de metros hacia la cocina para iniciar la rutina: preparar café, tostadas y alguna fruta para el almuerzo en lo que Matilde despertaba, tomar una ducha juntos o por separado - dependiendo del ánimo de la pareja - y darle de comer a sus cachorros antes de salir, era martes de ir al supermercado a comprar despensa y después visitar a su suegra quien siempre los esperaba ese día a la semana con una deliciosa comida casera y un pastel recién hecho de sus recetas especiales, la familia de Matilde también había acogido a Adolfo desde hace años.

- Hoy no iremos con mamá - Dijo la morena al llegar a lado de su hombre quien ya servía dos tazas de aquella bebida caliente - Tengo mucho trabajo en la oficina y quizá me demore esta noche también

- Está bien - Contestó Adolfo con simpleza sirviendo el desayuno - Te dejaré la cena lista si quieres

- No, cuando salgas del bar pedimos algo a domicilio o vamos a cenar

- Cómo quieras

Adolfo era bartender de una de las pocas pulquerías del municipio de San Pedro Garza García, era un lugar con estilo vintage y famoso por tener dicha bebida tan poco conocida al norte del país mexicano y él, bartender con años de experiencia era de los pocos capacitación para hacer los 'curados' que eran tan solicitados en dicho lugar. El trabajo era para Adolfo lo único que le daba emoción en su vida actualmente pues sentía distancia con Matilde y no tenía a nadie más, era huérfano desde sus diez años.

Tomaron el desayuno con música de fondo que Spotify reproducía de una playlist que ambos crearon, los perros estaban sentados uno a lado de cada quien esperando a que les compartieran algo de comida y Adolfo, quién nunca podía resistirse a los canes, siempre terminaba por cumplir sus caprichos. Tal cual la rutina después cada quien tomó una ducha y fueron a buscar víveres para su hogar, charlando de cosas triviales y los futuros proyectos de Matilde quién era organizadora de eventos y cuyos fines de semana eran de conciertos, entrevistas y demás.

Antes de la hora de comer ella se retiró al trabajo pues tenía agendada una entrevista con un importante director artístico de una puesta en escena del Cirque Du Soleil y después más pendientes de la oficina. Adolfo se dispuso a disfrutar de un tiempo a solas en cada y prendió su consola, más ya había pasado el mismo juego de Resident Evil tantas veces que terminó por aburrirse y abrir sus redes sociales.

Buscando en Facebook encontró un anuncio sobre una máster class de coctelería con café que se realizaría en la ciudad de Comitán de Domínguez, Chiapas; el anuncio prometía un fin de semana intensivo con uno de los mixólogos más importantes de la época para la elaboración de bebidas con café y algunos destilados y otorgaban algunas becas a quien mandara el mejor video preparando un cóctel de autor así que, aprovechando que entraba tarde al trabajo y que Matilde no lo regañaría por el desorden en la cocina, puso manos a la obra al vídeo y al final del día lo envió.

Después de eso todo siguió su curso; Matilde y él se volvían a ver día tras día después de las dos de la mañana que Adolfo salía del bar, cenaban juntos, él jugaba videojuegos mientras ella veía sus redes sociales y luego dormían a veces acompañados de sus perros y si tenían ganas, una vez a la semana hacían el amor. Aún no se casaban, Matilde sólo tenía un anillo de compromiso, pero ya parecían un matrimonio típico y aburrido.

Pasaron tres semanas y una mañana le llegó a Adolfo un correo electrónico con la noticia que había ganado la beca del 80% para la máster class en Chiapas, todavía no se lo decía a su novia, pero sería la oportunidad ideal para aprender algo nuevo, extrañar un poco a la mujer con la que tenía años y de quién conocía cada lunar, tomar decisiones y quizá el valor para dejarla ir.

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