FASE 3: DESPERTAR

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Adolfo llegó cinco minutos antes de la hora acordada al pie de las escaleras de San Cristobalito y el vendedor de pipas ya estaba ahí, fumando un tabaco con olor a café. 

- ¿Gustas uno? - Le preguntó el hombre - Son producidos aquí en el estado, por eso el aroma - Dijo casi como si leyera su mente al tiempo que ponía a su disposición la cajetilla

- Gracias - Respondió tomando uno - No te pregunté tu nombre, soy Adolfo por cierto

- Julián - Se presentó casi formalmente - Bueno, espero estés en buena condición ya que vivimos hasta arriba - Señaló el final de las escaleras 

- Ayer estuve ahí - Comentó recordando a María y su sonrisa, por un segundo sintió una extraño vacío en la boca del estómago y desechó la idea encendiendo el pitillo; su nuevo amigo arqueó la ceja dibujando una sonrisa en sus labios, cosa que ignoró pero le pareció curiosa.

- Pues vamos

Aún con los tabacos encendidos subieron las escaleras, Adolfo sí se sentía más cansado de lo normal, quizá era el desvelo de la noche anterior. Llegaron a la cima y siguió a Julián por una pequeña calle detrás de lo que parecía ser un templo o iglesia, tras cinco minutos llegaron al inmueble antiguo, con una puerta grande y pesada de madera que el hombre abrió con una llave vieja, similar a las de Harry Potter. 

Entraron directo hacia un largo pasillo que daba a un pequeño patio en medio de la cocina y cuartos que lo rodeaban, otro pasillo oscuro que no se veía a dónde paraba. En el patio habían dos pares de sillas acapulco, ya estaba ocupando una de ellas un joven delgado de cabello azabache y ojos miel, vestido con pantalones de tela bordados y sin camisa, fumándose un porro que alcanzaba a oler delicioso.

- Llegamos - Anunció el mayor

- Si no me dices ni lo noto - Respondió su hermano con simpleza - Pablo - Saludó al ojiverde sonriente con los ojos ya un poco rojos

- Adolfo - Se aproximó al chico con la misma confianza que sintió con Julián y extendió su mano, a lo que le pasaron el churro de "Juanita" y él dio su primer toque, aspiró profundo y luego tosió tres veces - Está fuerte - Dijo con voz carraspienta.  

- Es de la buena, de las mejores bondades de Centeotl - Comentó riendo para sí mismo mientras su hermano le lanzaba una mirada fulminante que el ojiverde no comprendía - Toma asiento. ¿Qué te trae a tierras mexicanas muchacho?

- Soy mexicano - Contestó casi ofendido - Pero del norte - Agregó con tono de orgullo - Vine a unas capacitaciones de mi profesión, pero no sé... quizá me quede más tiempo de lo planeado - Dio otro jalón a su "canuto" - Aún no lo sé

- Este lugar es mágico - Añadió Pablo - Es difícil irte 

- Hay muchas leyendas - Comentó Julián - Hay quienes cuentan que incluso cuando tienen que volver a casa hay demoras en su medio de transporte. pero quien sabe. 

- ¿Ustedes son de aquí? - Adolfo prestaba atención a la casa, era espaciosa y le llamaba la atención el pasillo oscuro en cuya entrada estaba una vieja lavadora.

- Llevamos muchos años aquí, sí,  pero somos de todas partes - Compartió el mayor - ¿Y por qué es que te quieres quedar? ¿Qué te enamoró del mágico San Cristóbal?

Ante la pregunta el hombre aperlado logró ruborizarse un poco, María llegó a su mente como un destello de luz, similar al primer rayo de sol que te deslumbra al salir de la cama.

- Una chica - Confesó 

- Vaya - Pablo miró a Julián - ¿En tu corta estancia?

- Sé que suena a locura, quizá lo sea... 

En Todas Nuestras VidasWhere stories live. Discover now