La mañana siguiente, Dana llega llorando y Jena junto a Cora que se lamentaban tomar tanto en la noche mientras se encontraban sentadas en la mesa la vieron entrar preguntándole que le sucedía. Además de que era la única que parecía no afectarle la resaca, pero como le afectaría si era la única que bebía demasiado al punto de ya poder soportar resacas.
Dana se sentó limpiando sus lágrimas y contándoles lo que pasó la noche anterior. Fue a un club nocturno donde le mando a llamar Conan, ella pensó que la extrañaba y quería verla, así que corrió al lugar. Llegando él le pidió que se acercará y comenzó a besarla.
Jena y Cora olvidaron por un momento su dolor de cabeza al escuchar lo interesante que era la historia. Dana dejó que Conan la besara y tomará como quisiera hasta que la alejo tirándola al suelo con una cara de disgustó.
—Hueles demasiado a alcohol...—se pone de pie limpiando su boca—Lárgate. Llamaré a otra que si me sirva.
—Lo lamento, Conan, puedo lavarme, solo dame cinco minutos—se arrastra tomándolo del pie.
—¿Cómo me llamaste?—se agacha tomando a Dana de las mejillas con fuerza—Una mujer como tú no tiene el derecho a llamarme por mi nombre, ahora vete.
Él la empujó lejos sacando su teléfono y marchándose. Dana se quedó llorando un tiempo en el suelo mientras se le corría el maquillaje que llevaba hasta que se quedó dormida y en la mañana llegó ahí.
Jena no podía creer lo que escuchaba, creía que Conan era un buen hombre. Poniéndose de pie se marchó sin decir nada y subió a su auto. Cora le habló varias veces preguntando a donde iba, pero Jena solo encendió su auto abriendo la guantera y sacando el sobre que le dio Daniel el día anterior.
Llegando a la compañía, bajo de su auto y camino a recepción pidiendo hablar con Conan, pero no la dejaron pasar. Sin más opciones ignoró lo que decían y entró al ascensor, varios empleados la vieron asustados por como iba. Ella volteo a verlos preguntando donde estaba la oficina del presidente y señalaron un botón.
Agradeciendo espero a llegar y salió a toda velocidad hasta su oficina. Viéndola entrar, Conan aguanto su risa al ver como iba y le pregunto que hacia ahí. Jena se acercó sin decir nada a su escritorio y le puso el sobre en él, la sonrisa de Conan se borró en un segundo al ver eso.
—¿Qué significa esto?—se acomoda en su asiento.
—No quiero trabajar para un mujeriego como usted que juega con las mujeres.
Jena se dio la vuelta caminando a la puerta, pero el brazo de Conan la detuvo y aunque forcejeo para que la soltara, él la tomó del ambas muñecas con sus manos. Pegada a la pared sintiendo demasiado cerca a Conan le exigía que la dejara irse.
Él logró oler un ligero aroma a alcohol y frunciendo el seño la tomó con más fuerza de los brazos. Jena comenzó a sentir como le dolía y siguió peleando por que la soltara, él se alejo poniéndose en la puerta evitándole salir y sacó su teléfono llamando a Daniel.
Jena se le quedó viendo con mala cara mientras él pedía algo para la resaca y ropa limpia. Alejando su teléfono de su oído alzó las cejas apuntando con la mirada el sofá de su oficina ordenandole que se fuera a sentar, ella cruzo los brazos negando con la cabeza y él insistió con la mirada haciendo que ella hiciera los ojos en blanco y se fuera a sentar.
Dentro de un rato en silencio, Daniel llegó tocando la puerta de la oficina y Conan la abrió levemente tomando las cosas para después cerrarla en su cara. Aventandoselas a Jena en los brazos se sentó en su asiento dándose la vuelta.
—Cámbiate. Según el asistente Xu, necesitas una sopa para la resaca. Iremos a un restaurante para eso.
Jena comenzó a cambiarse y Conan se dio la vuelta a escondidas viéndola cambiarse. Ella se dio cuenta y le lanzó el peine que le dio, él lo esquivo dándose la vuelta rápido.
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El Anhelo Fallido Del CEO
RomanceUn CEO y una chica de clase media, una clásica historia, ¿o tal vez no? Un consejo, no confíes en la autora...