ACÁPITE 🍃7

13 2 1
                                    

Salí a trotar de mañana muy temprano, sentía que con tanto encierro me iba a volver más loca de lo que estaba. Aunque sólo (según la ciencia médica) creo ilusiones con la persona que me gusta, pero no sé si es que estoy curada o no me gusta nadie, porque no estoy pasando nada fuera de lo normal.

- No sé si es que me odian y por eso me llaman loca - me detuve a medio trote pensando en aquello -¿será así? Oh, ¿y si perdí la memoria y me están ocultando la verdad?

Negué con la cabeza, ¿en qué estaba pensando? Dios, me llega a hacer una tomografía y quizá salga más psicópata de lo que creo ser.

- Perdóname Dios por pensar esas cosas.

Tomé asiento en un banco del parque y bebí de mi agua, creo que merecía un buen descanso, de todas formas ya se me habían quitado las ganas de correr.

Suspiré recordando todo lo que ha estado pasando en estos últimos días, pero la verdad nada era interesante, aparte de todo mi mejor amigo se ha estado portando bastante distante conmigo. ¿Qué rayos le pasa?

No le entiendo, quisiera tener las respuestas a todo, pero no las tengo y es algo que no puedo controlar aunque quisiera.

Una leve gota de agua cayó en mi cara, lo que significaba que en algún instante comenzaría a llover.

- Lindo, es mi parte favorita de la creación. Por ello gustosamente cada día que llueve salgo de mi casa y extiendo mis manos hacía arriba para recibir la lluvia con gran agrado.

- ¿Eso fue sarcasmo?

Giré mi rostro encontrándome con unos bonitos ojos verdes que se me hacían familiares. Él me sonrió levemente y sin previo aviso se sentó a mi lado lanzando un suspiro y se quedó observando al cielo.

Esto no podría ser más incómodo, ¿qué hace él aquí?

- Hola, Liam...

Lo observé por unos segundos y su cabello parecía algo alborotado como si fuese corrido un maratón o algo similar. - Vine en mi moto, por si acaso.

- ¿Ah?

Sus ojos se fijaron en los míos mirándome de una manera poco inusual, tanto que casi me quedo embobada en lo bonito de ese brillo que poseía en ellos. Parecían dos...

¡Sssh!

¡Ay, no! Casi lo olvido, ¡es mi bendita enfermedad de nuevo!

Tonta... Tonta, no puedes ser más tonta al hacer ese tipo de ilusiones.

¡Reacciona!

- Eh... ¿te sucede algo?

- ¿Hum?

La cara de Liam era todo un poema, pobre, quizás me quedé divagando nuevamente en cosas sin sentido. Aunque no es como si mi situación estuviera de más...

- ¿Porqué...?

- Bueno, es que te estabas golpeando la frente y dijiste más de tres veces : Tonta, tonta... No es... gentil que te trates así ¿no crees?

Santo Cristo, ¿¡dije eso en voz alta!?

Me lleva. - Oh, es que... - solté una risilla nerviosa y miré el suelo con total vergüenza. ¡Dios! ¿Porqué a mí?

Liam, porqué llegaste.

- La lluvia está empezando a caer más fuerte, deberíamos irnos.

Levanté mi cabeza al instante en que soltó esas palabras.

- Disculpa, ¿dijiste: irnos?

Asintió poniéndose en pie mientras se colocaba su casco. - Sí, en un sentido plural, o sea, tú y yo, en un viaje en moto ¿más claro?

Muy gracioso y patán.

- Sé muy bien lo que quisiste decir, Liam.

- ¿Entonces?

- ¿Entonces qué?

Viró sus ojos con fastidio. - Porqué me preguntas sobre mi expresión irnos

- Ah, eso. Es que, me parece algo extraño que me invites ya que no nos conocemos lo suficiente, y ni siquiera existe una leve confianza entre nosotros.

Enarco una ceja - Hum, ¿acaso se necesita tanto protocolo para llevar a la amiga de mi amigo y hermana en Cristo, a su casa? No le des tanta vuelta, sólo te vi ahí sentada y noté que iba a llover. Estoy siendo amable, nada más.

Bueno, si alguien sabe callarme la boca perfectamente es Liam, definitivamente.

- Pero aun así no puedo aceptar el viaje.

¡Dios! Lo dije nuevamente en voz alta...

- No entiendo cuál es el problema.

- No es nada, sólo no deseo ir con usted. Gracias, ¿si? Ahora me iré por mi cuenta.

Y así sin más, mostrando una falsa valentía de mi parte, crucé por su lado sin mirar atrás sintiendo al mismo tiempo cómo mi corazón latía a mil segundos por minuto. Señor Jesús, es la primera vez que huyo de un chico sin verme atrapada por sus encantos.

Aunque sí me vi atrapada; sólo un poco.

Bueno, si quiero protegerme... esa deberá ser siempre mi actitud hacia él y cualquiera que llegue, no tengo remedio, no puedo confiar en mi corazón; es demasiado engañoso.

En realidad, el problema está en mi estúpida enfermedad. ¿Será que Dios me sanará?

Por ahora, debía era correr porque la lluvia cada vez se hacía más densa. Y como siempre, mi mente no dejaba de divagar, creando ilusiones y confundiendo mi realidad una vez más. Pero al menos, esa mañana, logré mantenerme firme en mi decisión de no dejarme llevar por las apariencias y las emociones que intentaban desviarme de mi camino. Quizás, en algún momento, lograría encontrar la paz interior que tanto anhelaba.

Pero por ahora, solo quedaba seguir corriendo, enfrentando mis miedos y luchando contra mis propios demonios. Porque al final del día, la única persona que puede sanarme, soy yo misma. Y eso, de alguna manera, me hacía sentir un poco menos loca.

EROTOMANIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora