VI

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Albus se levantó de su asiento, para avisar que ya podían seguir con la lectura.

—¿Quien quiere leer? —preguntó Dumbledore, Remus Lupin levantó la mano, así que hizo volar el libro hacia el con cuidado—. Puede empezar cuando quiera señor Lupin.

—Bien, el capítulo se llama "El vidrio Desapareció" —el señor Lupin al ver que nadie decía algo, comenzó a leer.

Pasaron aproximadamente 10 años desde que los Dursley despertaron y encontraron al sobrino en la puerta de la entrada, pero prevet Drive no cambió para nada punto el sol se elevaba en los mismos jardines pequeños se iluminaba el bronce del número 4 en la puerta de los Dursley; avanzaba en su living, que era casi exactamente el mismo que el de esa noche cuando el señor Dursley vió las ominosas noticias sobre los búhos. Solo las fotos en la repisa de la chimenea mostraban cuánto tiempo había pasado. 10 años Antes había una cantidad de fotos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores, pero Dudley Dursley ya no era un bebé y ahora la foto mostraban a un chico Rubio y grande montando su primera bicicleta; en una calesita en la feria; jugando con su padre en la computadora; visado y abrazado por su madre. En la habitación no había señales de que allí viviera otro chico.

—¿Cómo es posible de que no haya ninguna foto sobre mi hija? — preguntó James Potter preocupado por Harriet.

Sin embargo coma Harriet Potter estaba todavía allí, durmiendo en ese momento, Pero no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día.

—¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora!

—Qué manera es esa de despertar a una niña —dijo Molly Weasley

Harriet se despertó con un sobresalto. Su tía golpeó otra vez en la puerta.

—¡Arriba! —chilló. Harriet la oyó caminar hacia la cocina y luego el sonido de la sartén sobre el fuego de la hornalla. La niña se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Era uno bueno. Había una motocicleta que volaba tenía la extraño sensación de que había tenido el mismo sueño antes.

Su tía regresó a la puerta.

—¿Ya estás levantado? —quiso saber.

—Casi —respondió Harriet.

—Bueno, apúrate, quiero que vigiles al tocino punto y no te atrevas a dejarlo quemar. Quiero que todo sea perfecto para el cumpleaños de Duddy.

Remus interrumpió la lectura.

—Te hacían cocinar Harriet —le pregunto.

—Cocinar, limpiar, cuidar el jardín, etc — fue lo único que respondió. Remus continuo con la lectura.

Harriet gimió.

—¿Qué dijiste? —preguntó bruscamente su tía del otro lado de la puerta.

—Nada, nada...

El cumpleaños de Dudley... ¿Cómo pudo olvidarlo? Harriet se levantó lentamente y comenzó a buscar sus medias. Encontré un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de una de ellas, se las puso. Harriet estaba acostumbrado a las arañas, porque en el armario, debajo de las escaleras, estaba lleno de ellas, y allí era donde dormía.

—¿Qué?, ¿Cómo que dormías en una alacena?, ¿Quién se cree que es? malditos muggles —dijo Draco Malfoy furioso.

Todos parecían sorprendidos de cómo Draco había reaccionado, ya que los Malfoy eran conocidos por ser unos sangres puras que odian a los mestizos y nacidos en muggles, o como ellos dirían los inferiores a ellos.

—Draco, ¿te puedes tranquilizar? eso lo vamos a cambiar ¿sí? —le dijo/preguntó Harriet.

—Esta bien —.

Cuando estuvo vestido bajó al Hall, hasta la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. parecía que Dudley había conseguido la nueva computadora que quería, Además del segundo televisor de la bicicleta de carrera. Exactamente para qué querría una bicicleta era un misterio para Harriet, Ya que Dudley era muy gordo y desde estaba el ejercicio, salvo, por supuesto, que eso significará golpear a alguien. La bolsa de boxeo favorita de durley era Harriet, pero no podía atraparlo muy seguido. Aunque no lo parecía, Harriet era muy veloz.

Tal vez Tenía algo que ver con el hecho de que viviera en un oscuro armario, Pero harriett había sido siempre pequeña y muy flaca para su edad. Incluso parecía más pequeña y en justo de lo que realmente era, porque toda la ropa que usaban eran prendas viejas de dubli, y su primo era cuatro veces más grande que ella. Harriett tenía el rostro Delgado, rodillas huesudas, pelo negro y ojos verdes brillantes. Usaba anteojos redondos siempre pegados con cinta adhesiva, por todas las veces que dudley la había golpeado en la nariz. Lo único que a harried le gustaba sobre su apariencia era esa pequeña cicatriz en la frente toma con la forma de un rayo. Que ella supiera, la tenía desde siempre, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía petunia era como se le habría hecho.

—En el accidente automovilístico, donde tus padres murieron —respondió—. Y no hagas más preguntas.

No hagas preguntas, ésa era la primera regla para una vida tranquila con los Dursley.

Tío Vernon entró en la cocina cuando Harriet estaba dando vuelta al tocino.

— ¡Péinate! —ladró, como saludo matinal.

Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que Harriet necesitaba un corte de pelo. Harriet le habían cortado el pelo más veces que a todos los niños de su clase juntos, pero no ha sido diferencia; su pelo simplemente crecía de esa manera, en todas direcciones.

Harriet estaba friendo los huevos para cuando Dudley llegó a la cocina con su madre. Dónde se parecía mucho a su tío Vernon. Tenía la cara grande, rosada, poco cuello, ojos pequeños y de un azul acuoso y pelo rubio y espeso qué cubría su cabeza gorda. Tía pituña decía a menudo que Dudley pareció un bebé de Ángel. Harriet decía a menudo que Dudley parecía un cerdo con peluca.

Harriet puso sobre la mesa los platos con huevo y tocino, lo que era difícil porque había poco espacio. Entre tanto, doble contaba sus regalos puntos se alargó su cara.

—Treinta y seis —dijo, Mirando a su madre y a su padre —. Eso es dos menos que el año pasado.

—Ni a mí me regalan tantos años como a esa morsa en miniatura —. Dijo un Slytherin.

—Me desmayo acá donde llega hacer un berrinche —. Dijo dramáticamente Draco.

—Querido no contaste el regalo de tía Marge, ves, está debajo de este paquete grande de mami y papi.

—¿Enserió todos esos regalos se los regalaron sus padres, menos uno? —. Preguntó James incrédulo.

—Muy bien , treinta y siete entonces —. Dijo Dudley, poniéndose colorado.

Harriet, que podía ver venir un gran berrinche de Dudley, comenzó a comer su tocino lo más rápido posible, por si daba vuelta la mesa

—Y todavía hace berrinche, que vergüenza —. Dice Euphemia.

—Yo ya lo hubiera castigado —. Dice Aurora.

—Y vamos a comprarte dos regalos más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece pichonsito? Dos regalos más. ¿Está todo bien?

Dudley pensó durante un momento. Parecía un difícil trabajo. Por último dijo lentamente:

—Entonces tendré treinta y... treinta y...

—Treinta y nueve, dulzura —dijo tía Petunia.

—Si no piensa por sí mismo, ¿Cómo va a aprender? —preguntó Fleamont indignado.

—Oh. —Dudley se dejó caer pesadamente es su silla y tomó el regalo más cercano—. Entonces está bien.

Tío Vernon se río entre dientes.

— El pequeño chiquillo quiere que le den lo que vale, igual que su padre. ¡Bravo, Dudley! —Revolvió el pelo de Dudley.

Harriet PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora