Un extraño.

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Tatiana miro hacia afuera por la ventana del autobús.
Aunque el vidrio aún seguía empañado se esforzó por visualizar en dónde estaba, ya que no quería perder su estación.
La noche cayó rápido y con ella se comenzó a sentir inquieta.

Aún le faltaba un corto trayecto.

Pensó en cómo había sido su jornada y en los inconvenientes que surgieron.
Ese no había sido el mejor de los días en el trabajo, pero no se podía quejar, ya que los días en que el jefe estaba de mal humor, eran los peores; prácticamente tenía que moverse de forma mecánica.

Además, esos eran los días en que parecía que las horas eran interminables, y bajo su astuta mirada de sabueso le era imposible no hacer otra cosa que estresarse.
Algunos de los clientes habituales parecieron un poco desconformes, lo cual le pareció extraño, ya que eran personas que concurrían regularmente y que al menos pensó haber entablado una relación amena.
Pero ese día parecía que todo estaba pensado para que su jornada fuera más dura que nunca.

Algunas personas no se conformaban con nada, y solo trataban de que los demás pasen un mal momento y así poder sentirse bien.
Y eso también aplicaba para sujefe, Josh.

Recordó cuando tuvo la entrevista para el trabajo de camarera, fue Josh, el dueño del restaurante, quien le dio esa entrevista.
Él había sido amable, sin rastros de mal humor, ni había puesto caras desagradables como lo hacía ahora, incluso le había sonreído y elogiado por sus estudios universitarios.

Creyó que, ese, aunque no fuera el trabajo de sus sueños, podría ser un lugar decente para trabajar y ganar un poco de dinero, pero con el paso de los días, comenzó a ver la realidad del lugar; incontables quejas de clientes, un servicio de pedidos pésimo, mala organización, problemas personales entre algunos compañeros, y una paga mísera, que no alcanzaba para cubrir todo el mes.

A veces Tatiana se preguntaba por qué me tocó esa vida, pero en el fondo sabía esa respuesta, todo el mundo la sabe.
Nadie puede elegir la vida que le toca, pero sí forjar el futuro que desea.

Y eso era lo que ella estaba intentando.

Sólo era una adolescente cuando salió de casa de sus padres,un par de borrachos que se preocupaban más por el alcohol que por ella.

Sin rumbo alguno, sin tener ningún lugar a donde ir.
Hasta que pronto la acogieron en un albergue para los sin techo, en el cual tuvo que mentir al servicio social, diciéndoles que no tenía ninguna familia para pedir ayuda.
Estuvo algunos años allí, hasta que cumplió la mayoría de edad y pudo valerse por su cuenta.

Aquellos días habían sido duros de verdad.
Pero si no lo hubiese hecho, habría tenido que volver a casa de sus padres, y no lo quiso por nada del mundo.

Lo que allí vivió era insoportable, y decidió que ya no aguantaría nada de eso.
Por más que los amara, no iba permitir que también arruinaran su vida.
Tatiana se hizo la promesa de que lucharía por tener un mejor futuro, y salir adelante.

Tal vez más adelante pueda visitarlos... si aún viven en la misma casa.

Ese pensamiento hizo que se le cerrara un poco la garganta, ¿qué tal si ellos estaban muertos o vivían en algún otro lugar?

No había tenido noticias desde el día que salió de allí. Y eso había sido hace siete años atrás.

Miro las bolsas que traía encima para poder disipar los pensamientos un poco oscuros, y tratar de que la culpa no le haga un pozo en el pecho como de costumbre.
Era lo que siempre le pasaba cuando recordaba a sus padres.
No habían sido los mejores , pero eran su única familia.
Nunca había hablado de ellos con nadie, hasta hace unos meses atrás, cuando encontró un amigo después de mucho tiempo.

Acorralada por el Lobo#1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora