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Un ser que podía ser descrito como la encarnación del mismo mal estaba sentado sobre un trono hermosamente tallado enfrente mío. Estaba con las piernas cruzadas mientras su brazo colgaba perezosamente sobre su cabeza. Los ojos rojos parecían ver amenazantemente, pero al mismo tiempo, una sensación de bondad. Dos cuernos brillaban sobre su cabeza curvándose hacia adelante finalizando en su frente, haciéndolo parecer una corona.
Desde lejos, su presencia imponente era obvia, desafiando el espacio y la realidad con su aura de autoridad. Emanando una fuerza que iba más allá de la simple realeza. Era como si su mera existencia recordará a todos su propia insignificancia en comparación con su grandeza.
Mi vista congelada se movió a su pecho, más específicamente a sus costillas, en donde una herida mortal sangraba, bañando la armadura del acero negro como el ónix de rojo.
"Al fin nos encontramos." Repitió con una sonrisa mostrando sus afilados dientes.
Sacudí la cabeza, para despertarme, no era momento para impresionarme por la entidad asquerosamente poderosa frente a mí.
"En cuanto a lo que soy, no diré más de lo que puedes ver." La armadura gigante habló, su voz hacía temblar el suelo y las paredes, retumbando en toda la caverna.
Mis labios se apretaron, y las palabras se quedaron trabadas en mi garganta.
"Singh," susurró, rompiendo el silencio incómodo. "Me tomará un tiempo abrir una grieta dimensional que te teletransporte a tu hogar, mientras tanto puedes alimentarte de las raíces que crecen aquí."
Tomé aire y me levanté. Caminé para estar más cerca de ella y me incliné un poco ante ella. "Muchas gracias por ayudarme, sé que un simple humano no puede hacer mucho por usted en este estado. Pero me gustaría compensarle de alguna manera."
"JAJAJAJA, tan buenos modales para un niño. No te preocupes, no espero nada a cambio. Solamente hago esto por mi propio entretenimiento personal. ¡Ven! Siéntate a mi lado y hazme compañía, no he tenido a alguien con quien hablar desde hace mucho." Ella rió alegremente antes de golpear una plataforma de tierra cerca suyo.
"Uhh... Discúlpame por ser grosero, pero no parece ser una dama ¿Cómo puedo dirigirme a ti?" Mire hacia arriba buscando el contacto visual con ella.
*Risita*
"Es verdad que no me veo como una dama. No se porque dije eso. Kukuku puedes llamarme Sylvia." Ella se rió mientras me miraba fijamente.
"Señorita Sylvia, ¿Le importa si le hago algunas preguntas?"
"Adelante, aunque no seré capaz de responder todas las preguntas que debes tener."
"¿Qué eres? ¿Qué tan poderosa eres? Tu herida, ¿Quiénes lo hicieron?"
"A tu primera pregunta, no puedo responderla, no sería prudente decírtelo, tengo muchos enemigos que desean algo que tengo y si supieras qué, o quién soy, te pondrías en peligro, niño." Ella pausó unos segundos para pensar sus otras respuestas.
"¡Art! ¡Mi familia me llama Art, tú también puedes llamarme así si quieres!" Me avergoncé al terminar esa frase, tenía casi setenta años mentalmente hablando, pero actuaba con un mocoso infantil... Bueno, aunque al lado de ella, en verdad soy solo un niño.
"Jaja, muy bien, te llamaré Art... A tu segunda pregunta, soy poderosa, mucho más de lo que puedes imaginar. Pero aun así no fui lo suficientemente fuerte como para enfrentar a mis enemigos, por eso tengo esta herida." Dijo mientras se movía descubriendo su pecho para que viera mejor su herida.
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TBATE: Two lives after death
FanfictionSamuel King era un adulto de 36 años que vivió toda su vida siendo solitario por culpa de sus fallas cerebrales. Muere intoxicado por un accidente en un laboratorio de química, reencarnando en un mundo de fantasía ya conocido para él. Pero el destin...