Capítulo 5. Shine

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"A pesar de que me gustas, nadie lo sabe

Incluso cuando volteo a ver otras personas, nadie es como tú

Lo siento por no tener el valor

Puedes reírte de mí todo lo que quieras"


El viernes pasó tan lento y pesado como odiaba los días Enid, incluso aunque cayó derrotada y despertó hasta que el Sol comenzó a ocultarse. Después de lo ocurrido esa mañana en su fallida presentación, la vergüenza no la dejaba ni siquiera salir de la cama, por lo que solamente se levantó para ir al baño, cambiar su ropa del día, por algo para dormir y volvió a recostarse para seguir atormentándose mientras recordaba lo poco que su mente archivó de esa mañana.

El día que le siguió, el sábado fue un duro día de trabajo, tan duro, que el domingo despertó totalmente hecha pedazos con ganas de dormir al menos 20 horas más, pero de alguna manera le sirvió, pues después de pasar todo el sábado dentro de un traje oloroso de una vaca gorda, repartiendo folletos para un restaurante, despejó su mente.

El domingo despertó alrededor de las 11 de la mañana. Tenía hambre, no había estado alimentándose correctamente durante las últimas semanas. Casi podía escuchar a Dylan gritándole que era una descuidada mientras se dirigía dando fuertes pisotones por la escalera en dirección hacia la cocina para prepararle el desayuno.

Soltó una risa cristalina.

Así era su hermano mayor.

Enid siempre se burlaba de él diciéndole que había quedado estúpido por tanto golpe a causa de la lucha olímpica, mientras que él le contestaba que la estúpida era ella porque la lucha olímpica no tenía golpes, y que, de todas formas, ella lo quería así, aunque fuese un gran estúpido.

Pero Dylan ya no estaba con ella. Desde que su hermano mayor decidió irse y abandonarles, ahora estaba ella sola, ahora tendría que comer su desayuno y su cena totalmente sola, en el ensordecedor silencio de la noche o, por el contrario, con los ruidos o insultos de sus padres entre ellos.

La sacó de sus pensamientos el rugido de su propio estómago, así que espabiló.

Se dirigió a la puerta y pegó su oreja derecha a la madera vieja, intentando descifrar si se escuchaba algún sonido que delatara que su madre estaba en casa.

Enid no podría comer a gusto con la presencia de su madre rondado, y reclamándole por cualquier cosa que se le atravesara.

Había pocas cosas en el refrigerador, pero las suficientes para hacer un buen desayuno básico: Un par de huevos, y unas rodajas de jamón que no si no eran consumidas en los próximos dos días, estos se pudrirían. Comió tranquila, incluso apenas dio el primer bocado, sonrió, cerró sus ojos con gusto y bailó un poco en su silla, disfrutando el momento.

Se dijo a sí misma que sería un buen día. Incluso para lo que tenía planeado para esa tarde, se dijo así misma que eso no afectaría su buen humor y que haría lo posible por poner empeño de su parte.

Pasó unas cuantas horas haciendo tarea, o avanzando lo más que podía y para las cinco en punto de la tarde, ni un minuto más, ni un minuto menos, ya se encontraba en la puerta de entrada de la gran casa de los Addams.

Había tomado el transporte público por alrededor de treinta minutos y este le dejó justo en la entrada de aquella privada, y para entonces, el extraño jardinero le había dejado pasar.

Spider-Enid. [Merlina & Enid] [WENCLAIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora