Capítulo 3: Lana

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Ya había anochecido cuando comenzaron a sonar fuertes golpes en mi puerta, y de repente sentí como se comenzaba a formar un nudo en mi estómago. Salí de la cama y caminé hasta la sala sin saber que hacer, a veces algunos borrachos del edificio golpeaban las puertas intentando encontrar sus lugares, pero también ya habían asaltado dos veces el departamento enfrente del mío en los últimos tres meses. Así que tome el bate que guardaba detrás del sillón en caso de que lo necesitara, claro, si no comenzaba a llorar en los próximos dos segundos.

— ¡Lana, abre la maldita puerta! – salte ante el grito, antes de reconocer la voz de mi hermano. Sin embargo, aunque fuera la voz de mi hermano, antes de abrir la puerta miré por la mirilla, y cuando vi que se encontraba solo, abrí la puerta.

Apenas quite las cadenas Raúl entró empujándome antes de cerrar la puerta de golpe. – ¿Por qué no respondes la maldita puerta? ¿y qué haces con ese estúpido bate?

Me estremecí un poco ante el tono brusco de mi hermano, aunque debería estar acostumbrada. Ha sido así desde que nuestros padres nos dejaron y él tuvo que hacerse cargo de mí, sé lo duro que fue para él cuidar de mí y le debo tanto, así que simplemente me aguanto cuando está de mal humor.

— Lo siento, no sabía que eras tú.

— ¿Y quién más va a ser? – dijo mientras abría los cajones de la cocina y el refrigerador, sacando los restos de una ensalada, antes de tirarse en el sillón a comer.

— No lo sé, por eso no abrí la puerta – le dije mientras dejaba el bate y me sentaba en la alfombra, Raúl estaba ocupando mi único sillón – además es tarde, ¿pasa algo?

— Me metí en algunos problemas – dijo mientras hacía una mueca, ya más calmado al menos – necesito algo de dinero ¿me puedes hacer un préstamo?

Fruncí el ceño mientras lo miraba, cada vez se hacían más frecuentes los préstamos que le hacía, y "préstamos" era un eufemismo, nunca me devolvió ni un centavo.

— ¿Cuánto necesitas? – le dije mientras de todos modos me paraba y buscaba mi cartera – no tengo mucho, fin de mes fue hace poco y pagué las cuentas – le dije mientras contaba el dinero, en el banco solo tenía el dinero del arriendo, así que en mano tenía todo el resto que me quedaba, que eran poco más de doscientos dólares.

— Necesito diez mil dólares.

Se me cayó la cartera antes de voltearme y verlo con los ojos abiertos. – ¿Por qué necesitas tanto dinero? Solo tengo doscientos, y debo quedarme con algo para mantenerme el resto del mes – le dije mientras caminaba hacia él, con el dinero en la mano.

De repente me miró con furia y me arrebató el dinero de la mano – No tengo que responderte nada, y ¿Cómo no tienes más dinero? ¿de qué te sirvió estudiar una maldita carrera si de todos modos no tienes dinero? Joder. Voy a necesitar más, y me vas a ayudar a conseguirlo, me lo debes.

— Raúl...

— ¡Raúl nada! – de repente gritó y me sujetó de los brazos empujándome hacia la pared - ¡Crees que fue fácil para mi perder todo mi tiempo criándote maldita sea, ten algo de respeto, ahora tú me tienes que ayudar a mí, es tu obligación! – Me gritó en la cara y mientras mencionaba cada palabra me apretaba más los brazos llegando al punto en el que me dolían demasiado y estaba segura de que tendría moretones.

Temblando un poco y con los ojos algo llorosos le respondí – Está bien, te voy a ayudar, solo dame algo de tiempo, ahora, por favor suéltame – dije hipando, aguantando las ganas de llorar, hace mucho que mi hermano no se enojaba tanto y temía que se pusiera peor.

— Bien – dijo mientras me soltaba y caminaba hacia la puerta – necesito el dinero a más tardar para la próxima semana, más te vale que lo tengas.

Salté nuevamente ante el portazo, antes de deslizarme contra la pared hasta el suelo y abrazarme a mí misma mientras lloraba.

Esta no era la primera vez que me maltrataba, pero los últimos seis meses Raúl había estado calmado, venía a verme de vez en cuando para pedir algo de dinero y a veces incluso comíamos juntos, pensé que realmente había cambiado y se había alejado de los problemas.

Todo cambió cuando tenía doce años, antes de eso tenía una familia, no era la mejor, pero al menos estábamos juntos, pero una semana después de haber cumplido los doce años, mi madre se marchó de casa alegando que ya no soportaba la vida que tenía y que amaba a otro hombre, ni siquiera se despidió de nosotros o miro atrás antes de subirse al auto del hombre que la acompañaba y marcharse.

Mi padre luego de eso comenzó a beber y dejó el trabajo, en ese punto mi hermano tenía dieciséis y dejó la escuela para comenzar a trabajar, pero apenas habían pasado cuatro meses desde que mi madre nos había abandonado antes de que mi padre no aguantara más y se quitara la vida.

Luego de eso los servicios sociales intentaron llevarnos, pero mi hermano nos llevó lejos a otra ciudad, vivimos en las calles por un año antes de que Raúl se hiciera amigo de algunos traficantes y comenzará a trabajar para ellos, desde entonces comenzó a cambiar aún más.

Antes de que todo se fuera a la mierda, Raúl era un hermano amoroso que me cuidaba y protegía de todos, de hecho, por lo mismo dejó la escuela cuando mi padre se volcó a la bebida, para poder cuidar de mí, pero supongo que luego de tener que vivir en las calles ya no me soportaba, por mí había arruinado toda su vida, todo lo que hizo fue por mi culpa. Primero que nada, nos escapamos de los servicios sociales ya que nos querían separar, y en mi afán por no dejar a mi hermano, simplemente arruine su vida.

Después de que se uniera a esa primera banda criminal se volvió más furioso y comenzó a volcar esa ira en mí, siempre me gritaba o me empujaba, más de una vez caí arriba de algo que terminó por lastimarme, pero no podía hacer nada, yo quería a mi hermano, pero él simplemente ya no era el mismo.

A pesar de todo me ayudó a vivir hasta que cumplí los dieciocho, y comencé a trabajar y estudiar por mi cuenta, en ese entonces las cosas comenzaron a mejorar cuando un año después pude mudarme sola. Ahora con veintidós años he conseguido muchas cosas, sin embargo, recuperar a mi hermano no era una de ellas.

Me sequé las lágrimas con las mangas de mi polera antes de levantarme del piso frío y caminar hacia mi cuarto. Eran las dos de la mañana, ahora no conseguiría hacer nada así que intentaría dormir un poco, y mañana temprano comenzaría a buscar la forma de reunir el dinero.

Seguramente Raúl se había endeudado con gente que no era agradable, y no quería saber lo que ocurriría si no les pagaba. No podía permitir eso, a mi madre no le había importado, ni siquiera se despidió antes de marcharse, y mi padre solo la quería a ella así que cuando no la tuvo, simplemente nos dejó. Mi hermano era el único que había luchado por mí y era lo único que me quedaba.

Así que haría lo pudiese para conseguir el dinero, se lo debía. 

Amor en Apuros | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora