Quisiera creer en el destino, confiar en que alguien más decidirá el mejor rumbo, lo que tiene que pasar. Sentir que si no te veo, es porque no debí hacerlo y no porque no hice suficiente, porque no pusiste de tu parte o porque sencillamente no pasó.
Quisiera creer que estar en el mismo salón todos los días es una maña de algo más grande que nosotros dos, que por algún motivo nos notó y decidió enredar los hilos, quizás hasta unirlos. Pero por más que por momentos la necesidad de creerlo me hace pensarlo, no lo creo. No hay hilos y si con tantas casualidades no nos vimos no es porque así lo quiera el destino, porque es lo mejor, sino porque sencillamente no pasó. Y eso no garantiza que dejarte ir sea la mejor elección pero tampoco que estas casualidades significan que debo quedarme. No significa nada. Nada lo hace.
Quisiera creer que tengo pistas, pero vos no dejaste rastro y yo no creo en nada que no pueda ver, no creo hilos imaginarios ni en te quieros que no se ven. Ya no creo en lo que no puedo demostrar, recordar, por lo cual no creo en nosotros. Vos y yo en un solo pronombre somos tan solo una teoría, una hipótesis, casi un mito. Ya no creo en nosotros, quisiera hacerlo, a veces me digo que lo hago pero no es cierto. Creo en lo que fuimos, aunque tampoco por completo, la evidencia que tenía se volvió contradictoria con la última información, lo cual me hace pensar que en el primer estudio algún resultado me dió mal, y nunca hubo un "nosotros" más allá de la teoría.
Cambié el paradigma, en lugar de estudiar tus palabras estudié tus acciones y las palabras que hicieron falta, un embole. Me dieron más información tus ausencias que tus preciadas presencias, que tus muestras de amor, que parecían tan genuinas y ahora se ven todas como mentiras peores que la anterior.
Borré muchas pruebas para dejar de estudiarte, dejé la mesa vacía para nuevas temáticas, para buscar nuevas respuestas a otras preguntas, para obsesionarme con algo más. Más útil, más probable, pero lo cierto es que no me gustan las cosas a medias. Así que dejar esto sin respuestas le duele a mi ego, al que todo lo entiende, al que busca no solo explicar sino solucionar cada problema.
Sos un enigma, signos de interrogación, como al principio; tenías un cartelito en la frente que decía que me aleje pero me ganaron las dudas, lo alcanzable de las respuestas y ahora no me gusta ninguna de las que tengo porque solo derivan en más incógnitas y mi sujeto de prueba ya no es mío. Ni finge serlo.
No tengo cómo estudiarte, ni siquiera quiero seguir haciéndolo, no a nivel consciente. Entiendo que todo tiene una respuesta, una razón, pero que a veces estas razones no nos llegan o no eran más que casualidades. Las casualidades también son una razón. "Porque sí" también es una respuesta, era la que necesitaba de vos, tan fácil, tan obvia, tan estúpida.
No necesito un estudio para dar por hecho la respuesta, tengo mil teorías, pero más de novecientas son incorrectas. Podría elegir de entre ellas la que más me guste aunque quizás me convenga elegir la que más me lastime, fingir que la comprobé, escribirla, resolver la duda.
Se supone que ninguna teoría es definitiva, sino que son provisorias hasta que aparezcan anomalías que delaten que eran inciertas. Sé que mi sujeto de pruebas no va a aparecer, que los aportes al estudio ya terminaron, no va a haber nueva evidencia así que la teoría que elija, este nuevo paradigma, será definitivo. Aunque no lo sea. Aunque no sea cierto.
El problema es que todas mis teorías chocan con tu humanidad, con tu capacidad de dar muestras falsas: de cariño, de presencia, de intención. Así que cualquier teoría en la que no me quieras, en la que esto es porque te faltaron ganas, en la que solo querías alguien con quien salir el catorce, con quien pasar vacaciones, choca contra las primeras muestras que tuvo el estudio, centenares de frascos de "te quiero", "buenas noches", "solo sos vos", "buenos días", "mimosa", "mi novia", "mi viuda", "maldita linda", "sos un 100/100" y andá a saber cuántos otros frascos que tiré para no estudiarte más. Pero me acuerdo, porque pasé tanto rato mirando esas pruebas incluso antes de saber que el estudio iba de esto, incluso cuando las usaba para estudiar algo más, como la probabilidad de éxito que tan mal calculé. Las miré tanto rato que aunque ya no las tenga no las puedo olvidar. Error fatal, porque aunque ya no te tengo no te puedo olvidar y vos me olvidaste cuando aún me tenías. Cuando si hubieras querido aún estaría, estaríamos. Pero se siente sucio meternos a los dos en ese verbo, uno tan tierno, tan simple como "estar".
Nuevo estudio, nueva incógnita, esta no irá de amor romántico, va de algo más simple: ¿Estuvimos? Yo estuve dispuesta a estar, eso se nota incluso cuando te vas, te cuesta partir, no dejás de sentir por decidir marchar. Pero de tu parte no se notó. Vos dejaste de estar de forma tan fácil y tan egoísta que cuesta creer que estuviste, pero duele creer que estaba sola en un mundo que en gran parte construiste vos, con tus planes de mierda, tus apodos del orto y todas esas muestras científicamente inciertas que no me sirven para nada más que estancarme en un estudio sin respuestas, que aunque las tuviera nunca alcanzaría una solución.