Ella tenía unos catorce años cuando decidió acompañar por primera vez a Collette y Edgar en sus pruebas de tiro en el bosque. La pequeña Willow se aburría mientras observaba a la pareja disparar a los pequeños animales que huían para evitar ser atrapados. Willow decidió jugarles una pequeña broma, al igual que Collette hacía con Edgar. Se alejó de ellos mientras estaban distraídos y se adentró en la zona prohibida establecida por Edgar.
Exploraba entre los arbustos, buscando un lugar donde esconderse para su travesura, cuando de repente lo vio...
Era un hombre enorme, sosteniendo una pala manchada de sangre. Detrás de él, había una montaña de pobladores, a quienes ella había visto anteriormente en el pueblo de Brawl Star, conocidos como lanzadores.
Pudo observar cómo el hombre sostenía en su boca a un desafortunado conejito, que chillaba de miedo y dolor. La sangre del animal se derramaba, manchando el hocico del hombre mientras lo sacudía con violencia para acabar con su vida.
El sol estaba comenzando a ponerse, tiñendo el cielo con un hermoso atardecer. Los últimos rayos del día se filtraban entre las ramas de los pinos, iluminando al hombre.
Willow dio un paso involuntario hacia atrás, pisando unas hojas secas que alertaron al hombre de su presencia. Él se giró rápidamente. Lo normal habría sido que Willow huyera lo más lejos posible y gritara pidiendo ayuda, pero se quedó paralizada mientras el hombre dejaba caer la pala que tenía en sus manos y soltaba al conejo muerto que tenía en su boca. Se acercó hacia ella en una postura amenazante, pero la niña no podía reaccionar. Estaba atónita, nunca antes había presenciado algo así, ni siquiera en las fábulas sobre monstruos que Collette le contaba o en su extenso diario.
El hombre saltó sobre ella, derribándola en la hierba y quedando encima de la pequeña. Sus garras afiladas presionaban su pecho, y sus colmillos llenos de sangre fresca se mostraban amenazantes. En cualquier momento, él la atacaría y le daría el mismo destino que a los demás pobladores. Pero Willow, sin temor alguno, aprovechó su último aliento y con valentía extendió una mano hacia el hombre, comenzando a acariciarlo.
Como si fuera un "pequeño" perrito.
—Pobrecito... —susurró Willow, refiriéndose a la sangre que manaba de una de las mejillas del hombre. Ignorando su frialdad, ella notó que estaba herido y lo apreciaba con más detalle debido a la cercanía en la que se encontraban.
El hombre mostró confusión ante las palabras de la chica. ¿Acaso no tenía miedo? ¿No temía por su vida, como los demás oscuros lanzadores de Brawl Stars?
No llegó la esperada mordida. La chica, audazmente, continuó acariciando la mejilla del hombre, deslizando sus dedos hacia las orejas puntiagudas y hundiéndolos finalmente en su cabello, sin pensar en las consecuencias. El hombre dejó de gruñir y sus ojos asesinos se encontraron con los de ella cuando le advirtió.
—No vuelvas aquí. —Se apartó y tomó su pala que había dejado para atacar.
—...
—He sido claro. —dijo el hombre.
—Mira, no sé qué está pasando aquí, pero necesito irme, necesito que me ayudes. —dijo ella, preocupada.
—Eres muy hermosa, podría hacerme cargo de ti...
—¡No escuchaste lo que dije, señor! —lo miró mientras lentamente se acercaba, invadiendo su espacio personal. Observó cómo sus ojos cambiaron de color, de un amarillo oliva a un rojo carmesí.
Agarró mi capa con fuerza y me apartó de su cuello. En ese momento, pensé: «¿Acaso va a morderme? ¿Esto de verdad está pasando?». Sentí un gran temor invadirme.
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Caperucita y un... ¿Vampiro?
RomanceWillow, una valiente adolescente, se aventura en el oscuro bosque, ajena al hecho de que un depredador la ha fijado como su presa.