El encuentro del Conservatorio

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Después de haber pasado toda la noche pensando en el bailarín misterioso, Isabella decidió buscarlo en la única pista que tenía: el lugar donde había bailado. Sabía que esa callejuela no era el lugar más apropiado para ensayar, así que empezó a buscar algún conservatorio de danza cercano.

Finalmente, encontró uno no muy lejos de su casa y decidió visitarlo. Al entrar, lo primero que vio fue a un grupo de bailarines ensayando en una sala, y no pudo evitar sentir un poco de envidia por ellos.

De repente, una voz la sacó de sus pensamientos.

Hola, ¿en qué puedo ayudarte?

Isabella se dio la vuelta y se encontró con un joven en la recepción del conservatorio.

Hola, estoy buscando a un bailarín. Lo vi bailando en una callejuela cerca de aquí y me gustaría saber si es miembro de este conservatorio -dijo Isabella con la esperanza de que pudiera ayudarla.

¿Cómo es ese bailarín? ¿Podrías describirlo?

Es alto, moreno y tiene una técnica impresionante. No sé cómo explicarlo, pero transmite mucha pasión al bailar.

El joven sonrió y dijo:

Creo que sé de quién hablas. Su nombre es Andrés y es uno de nuestros bailarines más talentosos. Ahora mismo está en el ensayo de la compañía, pero si quieres puedo avisarle de que estás aquí y que quieres hablar con él.

Isabella no podía creer su suerte. Por fin había encontrado al bailarín que había cautivado su corazón.

Sí, por favor -respondió con una sonrisa.

El joven de la recepción se acercó a un teléfono y llamó a la sala de ensayo. Después de unos minutos, volvió con Isabella y le dijo:

Andrés quiere verte. Sígueme, te llevaré a la sala de ensayo.

Isabella se puso nerviosa al entrar en la sala de ensayo. Había bailarines por todas partes, pero sólo tenía ojos para Andrés. Él estaba de pie, con el torso desnudo y los músculos tensos por el esfuerzo físico. Al verla entrar, su rostro se iluminó con una sonrisa.

Hola, ¿qué te trae por aquí? -preguntó Andrés mientras se secaba el sudor de la frente.

Hola, soy Isabella. Vi tu baile ayer por la noche y quería saber quién eras. Tu técnica es impresionante.

Gracias, Isabella. Me alegra que te haya gustado. ¿Bailas también?

Sí, soy bailarina. No tengo tanto talento como tú, pero disfruto mucho de la danza.

Andrés sonrió y se acercó a ella.

No te menosprecies, Isabella. Cada bailarín tiene su propio estilo y su propia forma de expresarse. Me gustaría ver cómo bailas algún día.

Isabella se sonrojó al oír sus palabras. No podía creer que el bailarín misterioso que había conocido en la callejuela ahora estaba hablando con ella. Pero lo que no sabía era que su encuentro en el conservatorio era sólo el principio.


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