|° Capítulo IV: Agradecimiento - Segunda parte

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Mentiría si dijera que nunca antes había subido a una moto en su vida, pero estamos hablando de Bakugo... Y su moto.

Kirishima se agarraba fuerte de la cintura de Bakugo, aunque este reprochara y lo insultara. Iban muy rápido. Se preguntó seriamente si el rubio iba a la velocidad permitida. Temía por la vida de ambos.

Y es que, al pelirrojo no tener un medio para movilizarse propio, las opciones eran:

A- Ir en transporte público.

B- Pedir un Uber.

C- Pedirle a Bakugo que los llevara hasta donde pedía.

La última opción fue Bakugo, porque temía que fuera a decir que no... Pero le había gritado por ocurrirle ir por otros medios que en su preciada moto. Claro, los llevaría, pero Kirishima pagaría la gasolina. El de sonrisa radiante no tenía problema con eso.

Estacionaron frente al local que le dictó el pelirrojo, quien se bajó quitándose el casco, el rubio se lo arrebató y condujo para estacionar la motocicleta. Fueron pocos minutos en los que Kirishima usó para organizarse su cabello, ni modo, había dejado el peinado y vuelto a su forma natural por culpa del casco, repasó mentalmente lo que harían en las siguientes horas, lo cual planeó meticulosamente, según los datos que le dieron del rubio.

A los minutos Bakugo volvió.

— Bien, ahora, ¿por qué tu idea fue traerme a una pista de hielo? — preguntó mirando el gran establecimiento, por fuera no era la gran cosa.

— Alguien me dijo que sabes patinar — dijo con su típica sonrisa, ese alguien había sido Mina — y recordé este lugar, hace tiempo que no vengo, así que... Pensé que te podría gustar, ¡vamos!

— ¿eh? ¡Pero si hace tiempo no patino! — Bakugo no mentía, desde que su madre le regaló la moto, no había vuelto a utilizar los patines, no tanto como antes. Pero no admitiría que nunca había patinado sobre hielo, primero su orgullo.

— ¡Vamos, Blasty! — Kirishima hizo ojitos de perrito — ¡Es fácil! ¡Prometo que será divertido!

— ¿Por lo menos sabes como patinar en el hielo?

— ¡Por supuesto! No te hubiera invitado si no — dijo sonriendo y empezó a empujarlo dentro del local.

Bakugo como de costumbre soltó unas cuantas maldiciones hacia el pelirrojo, pero se dejó llevar, la gente los miraba raro, pero no es como si a él le importará como los extras lo miraran.

En el mostrador, Kirishima pagó por dos horas y pidió los pares de patines de las tallas de cada uno.

Ya cada uno se cambiará el calzado, caminaron hacia la pista de hielo, había pocas personas en el lugar. El primero en entrar fue Kirishima

Kirishima aceptaba que sabía patinar sobre hielo, pero hacía unos meses, por la universidad, había dejado de practicar, confiaba en que solo necesitaba unos minutos sobre el hielo para volver a tomarle el hilo. Movió sus pies uno delante del otro, quitando uno del hielo mientras el otro se deslizaba por unos segundos y cambiando rápidamente al otro pie, utilizando su peso a su favor para no perder el equilibrio o dar un mal deslizamiento y caer.

Como lo suponía, a los minutos lo tuvo controlado, sonrió satisfecho y cuando levantó la vista de sus pies, observó a Bakugo en el borde del terreno de hielo sosteniéndose de la baranda divisoria.

Este había quedado embelesado viendo como Kirishima patinaba, había notado que cuando se concentraba fruncía su ceño y hacía un mohín con los labios. Bakugo, en cambio, cuando se concentraba, relajaba su rostro y el ceño fruncido desaparecía. Eso lo aprendió Kirishima cuando lo observaba respondiendo algunos ejercicios de sus tutorías.

Aprendiendo A Quererte || KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora