Aprendiendo A Quererte || Kiribaku

°| Epílogo: Nosotros

Los exámenes finales siempre serían su perdición. Acompañado de los entrenamientos que tenía, Eijiro Kirishima no sabía como llegaba vivo al fin de semana. Ya quería sus vacaciones.

— Kirishima — una voz a su lado lo hizo soltar un quejido, tenía sueño y quería seguir durmiendo — Kirishima — volvió a repetir la voz que hace tiempo comenzó a conocer. — Vamos, arriba.

Volvió a quejarse, pero se reincorporó en la silla, soltando una mala palabra, le dolían la espalda y cuello por la mala postura que tomó para descansar. Alzó la vista, sobre su cabeza de pie, detrás de él estaba Bakugo, quien no se veía mucho mejor.

Las ojeras adornaban el rostro del ojirubí, que había decidido desde las últimas semanas a dejar el delineador de lado. A Kirishima le gustaba verlo al natural, a pesar de que el maquillaje le hacía resaltar la mirada, al natural se veía más tierno.

— Te ves terrible — le dijo a modo de saludo. Bakugo rodó los ojos.

— No te quedas atrás — rodeó la mesa y se sentó en la silla al frente del pelirrojo y colocó al frente del contrario el vaso con bebida humeante. — para que no te duermas.

— No sirve — hizo un mohín con sus labios — el energizante es mejor.

— Te dará taquicardia — le regañó — bien, ¿cómo vas? — le señaló con el dedo índice el cuaderno frente a él.

Bakugo y Kirishima a inicios de julio formalizaron su relación, de una manera u otra, la han sabido llevar. Prácticamente, hacían lo mismo antes de haberse vuelto pareja... claro, lo nuevo eran los besos, palabras bonitas y que los fines de semana la pasaban la mayor parte juntos.

En su normalidad como pareja, incluían los exámenes, que ahora estando a inicios de diciembre, serían en una semana. Lo que ha llevado a estudiar y trabajos finales antes del receso hasta enero.

Y así como al principio que se conocieron, Bakugo ayudaba a Kirishima con los estudios.

Se encontraban en la biblioteca, el rubio le insistió en salir del dormitorio, porque, a palabras literales, "te estás durmiendo, así que muévete a salir de estas cuatro paredes."

— Podría irme mejor. Pero no me concentro — se sinceró con su pareja. Tenía la cabeza en muchos lugares y en ninguno a la vez.

— ¿Por qué? — Bakugo frunció el ceño, viendo como Kirishima evitaba mirarlo, al parecer el café se había vuelto interesante para él — ¿es por el entrenamiento? ¿O la asignatura de Aizawa? — recordó, aún recordaba la cara que hizo cuando vio que esa materia tenía una segunda parte. — Kirishima... — dijo al ver que parecía dudar, miró a los lados... al carajo, no había nadie, volvió a colocar su mirada en el contrario — Amor... — dijo en un tono suave.

El pelirrojo maldijo para sus adentros, Katsuki sabía cómo hacerlo hablar... Más o menos.

El rubio se estiró sobre la mesa y agarró al contrario del rostro, haciéndolo levantar la mirada. Bien, en su cabeza sabía que aún no podía decirle lo que le abrumaba. Aún no.

— Emmmm... — dudó en lo que diría, o mejor dicho, como lo diría.

No era nada malo, claro que no, y ya la ansiedad de los primeros cuatro meses de relación con Bakugo se habían esfumado. Eijiro no negaría que estuvo nervioso, pues sabía que las anteriores relaciones de su actual pareja no habían durado más allá del cuarto mes, ellos en pocos días harían cinco.

Y podrían ser pocos a los ojos de muchos, pero una parte de él ya lo consideraba familia y, bueno, quería pasar las próximas festividades con él. Claro, el pelirrojo se iba con sus padres y hermana ese año a Suecia para ver las auroras boreales... Era un sueño de sus progenitores, habían organizado y ahorrado lo suficiente.