°| Capítulo XVII: Conversación

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Fue un milagro para él despertar sin un dolor de cabeza a causa del alcohol. Y como otras veces recordaba con claridad lo qué pasó. Ahora en la cama que no era suya, con la chaqueta (aún) puesta que no era suya y los ojos cerrados, pensaba una manera de huir sin que Bakugo se diera cuenta.

Claro se acordaba de todo y ahora quería meterse en el hoyo más profundo que encontrara y quedarse ahí, se comportó de forma inmadura, y... ay ya no valía la pena reprenderse así mismo.

Aún tenía que salir y darle la cara a Bakugo y marcharse con la dignidad que le quedaba.

Se sentó en la cama con los ojos cerrados mientras pasaba una mano por su cabello, en ese momento que se encontraba hacia abajo.

Ni sabía que hora era así que podía volverse a dormir... o eso pensó hasta que sintió algo frío y húmedo posicionarse en su pantorrilla, eso le hizo abrir los ojos de golpe.

Un pastor alemán adulto lo veía desde abajo, y sonrió sacando su lengua después de dejar la pelota al lado de sus pies sobre la cama.

Ese era el perro de Bakugo.

La puerta se abrió, captando su atención y la del animal, en espera que se levantara a jugar con él.

Vio la persona que nunca creyó ver en una misma habitación que él... Y por la cual una parte le decía que corriera en dirección contraria.

— Por fin despiertas — fue lo primero que dijo Bakugo a modo de saludo — creí que dormirías todo el día — le extendió su brazo, en la mano llevaba un vaso con agua, el pelirrojo lo tomó, en la otra mano el rubio le dejó caer una pastilla.

—Bakugo... — empezó, haciendo su mayor esfuerzo para saber qué decirle.

— Te despiertas de mal humor después de beber tanto — explicó — sabes, desde que nos conocemos te he visto de fiesta en fiesta, pero tu tolerancia al alcohol no es la mejor.

Sí, Kirishima sabía eso, pero no estaba dispuesto a darle la razón.

— Estoy bien, gracias por el gesto — respondió primero que todo. — eh... ¿Por qué me trajiste a tu casa?

— Vives lejos y te quedaste dormido en la moto... no correría con el riesgo de que te cayeras — Bakugo se sentó a los pies de la cama y acarició la cabeza del Pastor alemán.

— ¿Fuiste por mí? — realmente no se lo esperaría, no tendría por qué haberlo hecho

Bakugo hizo el ademán de dudar en la respuesta.

— Sí y no — respondió al final — Mi idea era ir a la fiesta y verte... pero llegué y te habías ido.

— Oh.

— Caminando a tu casa, idiota — agregó. — no sé en qué pensabas.

Kirishima se llevó una mano a su nuca, sin responder. Le debía disculpas a Mina y a Kodai.

Estuvieron en silencio un momento, solo se escuchaban los jadeos del perro por las caricias de Bakugo en su cuello. Kirishima siguió todos los movimientos de las manos del contrario.

— Quería verte — empezó a decir el rubio — porque...

— No — cortó rápidamente— No... Lo que sea que quieras decirme, no quiero escucharlo.

Bakugo realmente no se sorprendió. Se lo veía venir. Que no se haya levantado y largado nada más verlo antes era un avance.

— Así que se te ocurre venir a que juegue contigo, pero no le explicas la situación — le dijo a su perro, que ladeó la cabeza cuando le habló, volvió a mirar a Kirishima — Entiendo si no quieres escucharme. Pero quiero pedir que me dejes hablar contigo, por favor — murmuró lo último. Kirishima sabía bien que el rubio no era de pedir cosas

Aprendiendo A Quererte || KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora