Cap. 11: Instinto de tigre...

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Inuyasha quedó temblando, asustado, Sesshoumaru estaba inconsciente en sus brazos, sabía que no le quedaba demasiado si no recibía más sangre y suturas en las heridas que, por salvarle de la cárcel, se ha reabierto. Además, Naraku conduce a quien sabe donde a gran velocidad. Varios autos negros les rodean y una balacera se produce a su alrededor.

-          Mierda – se queja Naraku y comienza a dar extrañas claves a alguien con una voz llena de estrés… Inuyasha entiende que es probable que Sesshoumaru cuente con personas que tratan de rescatarlos y por eso el intercambio de balas. Y eso está complicando el plan maldito de su jefe lo cual le da cierta esperanza de salir con vida. “Resiste Sesshoumaru, yo no voy a permitir que te maten, no mientras esté vivo, no lo permitiré”.

-          ¡Déjanos ir!! ¡Naraku no ganas nada con secuestrarnos!!! – razonar con Naraku quizás era una batalla perdida. Pero no podía quedarse así, ya ha comprobado que las puertas no se pueden abrir por dentro, incluso si lograra saltar, a esa velocidad y rodeado por autos, sería un suicidio. “Sesshoumaru necesita un hospital. ¿Qué hago ahora?” Las balas impactaban contra los vidrios pero rebotaban. Era a prueba de balas, pero eso no evitó que Inuyasha se echara sobre Sesshoumaru para cubrirlo.

-          ¡Por favor! ¡Dame un respiro! – se quejó Naraku quitándose la gorra del chofer al que asesinó para arrebatársela - Ya es bastante malo saber que me cambiaste por este tipo como para que lo restriegues en mi cara Inuyasha

-          ¡Déjanos ir!! – volvió a insistir, pero Naraku sólo sonreía con malicia ante las suplicas.

-          De ninguna manera. ¿Siempre fuiste parte del pan? ¿no? Robarme mis animales. Si debí adivinarlo, todas esas lágrimas por el tigre siberiano albino. ¡¿Dónde lo llevaron?! Ya me han costado bastante… así que mejor si me dices la verdad… - “¿Está hablando de Rayas?” Inuyasha miró a Sesshoumaru. “Él no debe saber quién eres…mi amor” Inclinándose para depositar un beso sobre la frente de Sesshoumaru. - ¡Habla de una vez!

-          No lo sé… no sé nada…- se aferró al cuerpo de su novio, cerró los ojos con fuerza y lo cubría con su propio cuerpo.

-          Ya lo veremos, no quisiera lastimar tan bonita cara… no sin antes hacer que me pertenezca. Quizás si te la arranco me sienta mejor, si, podría ponerla como trofeo. O mandarte a disecar como adorno de mi casa de campo, no estaría mal. Pero tenemos todo el tiempo del mundo. Tú quizás creas que yo no sería capaz de dejarlos morir. Pero… ¿te vas a arriesgar a verlo morir en tus brazos? Yo tengo todo el tiempo del mundo, pero él parece que no – Inuyasha sintió un terrible escalofrío. Revisó el pulso de Sesshoumaru, era muy débil. – tu noviecito podrá tener mucho dinero, pero de nada le va a servir en el infierno ¿sabes? – Inuyasha abrazó a Sesshoumaru, está perdiendo calor su cuerpo.

-          Yo no sé nada – repitió con un nudo en la garganta. “Lo único que sé, es que Rayas y Sesshoumaru son el mismo ser… si esto lo supiera Naraku… con seguridad lo mataría”

-          Como quieras… al parecer mis hombres ya se encargaron de los que nos seguían, pronto vamos a llegar

-          ¿A dónde?

-          Ya lo verás – entre un complejo industrial, llegaron a una fábrica, cuyo olor a muerte era intenso. Las puertas se abrieron y unos hombres malencarados, altos y que portaban armas largas, le indicaron bajarse. Pero Inuyasha no soltaba a Sesshoumaru. - ¡Bájate! – le dijo Naraku molesto, jalándolo del cuero cabelludo hasta sacarlo del vehículo, a rastras.

Animal Instinct: atracción letal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora