Cap. 8: Instinto de alerta al peligro.

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Entrar en la residencia de Naraku no parecía tarea fácil, cuando Sesshoumaru decidió ir a Japón,  ya tenía bien establecida toda la información del hombre, donde vivía, donde trabajaba, donde pasaba las horas nocturnas, todo. Entrar a la casa sería suicidio, había demasiadas cámaras, sabía que matarlo en el zoo era mucho más sencillo. Ya ha traspasado esa seguridad y lo hará después cuando le venga en gana. Aunque el plan original era hacerle pagar con su sangre, carne y hasta el tuétano de sus pútridos huesos,  ha disfrutado de hacerlo padecer desesperación financiera, lo persigue, poco a poco siente como lo acorrala.

Llegó a un bar de la zona homosexual de Tokio, las feromonas de tantos hombres reunidos lo aturdían, pero ninguna se le parecía a las de Inuyasha, el aroma de Inuyasha era único para él, único y maravilloso, estos eran más bien vulgares, algunos olían a hembra en celo, producto de las hormonas que tomaban para su transformación. Para el tigre aquel lugar era demasiado extraño. No era de asombrarse que pronto, el hombre alto fuerte y en extremo bien parecido y vestido elegante, fuese rodeado de muchachos y hombres de varias edades y apariencias. Pero él, él buscaba a uno en particular. En una mesa VIP Naraku bebía y a sus lados dos muchachos, quizás adolescentes, se esforzaban en coquetearle y mimarle con sumo cuidado, mientras les paga tragos y manosea por debajo de la mesa.

-          ¿Por qué estás solo? ¿buscas compañía? Tigre – ante la palabra de su raza no pudo evitar voltear, un muchacho cualquiera le trataba de ligar sin mucho éxito - ¿buscas un novio?

-          Tengo uno, no busco nada

-          No será tan lindo si has venido a buscar tu solito

-          No busco nada – insistió apartando las manos coquetas de sus hombros – nada que puedas darme – dijo serio

-          No me mires así, con esos ojos como si devoraras… grrr… - ¿le estaba gruñendo? Era la primera vez que un humano hacia eso, revisó el aroma pero nada, nada especial “quizás tiene algo de zorra… por eso es perspicaz” siguió de largo hasta la zona VIP, un enorme hombre trajeado de negro y con cara de cero amigos le impedía el paso. Miró a Sesshoumaru de arriba abajo, el tigre sacó un fajo grueso de billetes como si fueran cualquier cosa y se los dio. “Los humanos siempre caen con esas cosas inútiles” dado lo cual le permitió seguir hasta la mesa de Naraku, quien bastante ebrio, bajó sus lentes oscuros para ver al hombre.

-          Me pareces familiar – dijo completamente borracho… los muchachos a su lado están aspirando un polvo blanco en la mesa. A Sesshoumaru le parece lo peor y más bajo de esa especie. – bastante atractivo ¿cobras mucho?

-          ¿cobrar? – parecía no reconocerle, con la luz oscura y los láseres estridentes era difícil. No era poco común que el bar le enviara a uno de sus mejores clientes, como lo era Naraku, algún prostituto de buena calidad.

-          ¿Qué más da? Anda siéntate ¡largo de aquí! – empujó a patadas y movimientos torpes y por demás agresivos al par de muchachos que fueron arrastrados afuera. – siéntate – Sesshoumaru se sentó apartado de él y del tufo alcohólico adicto que tenía encima y que le irritaba la nariz – no tan lejos – lo quiso jalar de la muñeca, pero fue incapaz de tocarlo, el tigre era muy rápido y Naraku estaba más que torpe - ¿te das a desear? Si es por dinero tengo mucho… hoy quiero divertirme con algo hermoso, como tú – Sesshoumaru sintió que sus ojos llenos de furia no eran suficientes para intimidar algo que no está en esa realidad, lo tomó con fuerza de la muñeca, clavando sus garras en ella, pero Naraku no sentía más allá de un hormigueo debido a la droga en sus venas – eres rudo ¿no? Está bien jugaré contigo ¿A dónde me llevarás? ¿acaso a un privado? – Sesshoumaru salió del bar y tomó un taxi, que los dejó cerca del museo, lo primero que hizo fue soltar a Naraku y mirarlo de frente - ¿te gusta en público? Es un poco arriesgado ¿no? – Naraku trató de tocar el rostro, el tigre le sujetó del cuello y le miró con odio… - insisto creo conocerte… me he acostado con tantos que ya no lo sé…

Animal Instinct: atracción letal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora