Capítulo 4: Seré tu escudo y tu espada.

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—No podemos dejar a tus padres en esa dimensión a la que Kawaki les ha mandado... —susurró Nanko, arando la tierra.

—No podemos hacer nada más, Nanko, lo sabes —dijo Boruto, plantando unas semillas—. Disfrutemos del tiempo que nos queda aquí. Estas últimas semanas han sido increíbles, de las mejores de mi vida...

—¿Y tu hermana? —preguntó la chica—. Estará sufriendo sin ti y sin tus padres. Estas también han sido las mejores semanas de mi vida, pero no podemos seguir así. Somos ninjas, no críos.

—Creía que habías conseguido olvidar que éramos ninjas. Me prometiste que caminarías a mi lado, ¿por qué quieres que sigamos luchando contra una profecía que se ha cumplido? No tiene sentido —explicó él mientras dejaba la bolsa de semillas en una mesa. Ambos entraron en la casa y se sentaron en el sofá de la sala de estar.

—Puede que Momoshiki te dijera que esos ojos azules te lo quitarían todo, pero yo te juro que serán mis mismos ojos los que te lo devolverán. El destino está en tu contra, pero yo no. Jamás lo estaré. —Sonrió, apoyando su cabeza en el hombro del chico. —Así que, por favor, déjame ser egoísta esta vez y lucha a mi lado. —El Uzumaki agarró su mano y le devolvió la sonrisa.

—Sabía que eventualmente me pedirías salvar a mi familia, al fin y al cabo eres una buena persona. —Ella negó. —Pero aunque te tenga a ti, no puedo hacer nada contra Kawaki y toda la aldea, sigo siendo débil.

—Es por eso que he estado pensando algo —murmuró ella.

—¿El qué?

—Iremos a la luna y entrenaremos ahí —respondió Nanko—. Según me explicaste, tu madre tiene a un conocido allí que es extremadamente poderoso, podemos pedirle ayuda, dudo mucho que nos diga que no si le explicamos lo que ha pasado con detenimiento.

—¿Y cómo piensas llegar hasta allí? —preguntó el chico, Nanko rio.

—Pues con mi Rinnesharingan, obviamente. Quiero que ese hombre te entrene, creo que así podremos solucionar todo esto. Yo también puedo entrenarte, mi padre me enseñó todo lo que sabía. Quiero salvar tu mundo. —Nanko dejó escapar una carcajada. —Necesito salvarlo porque vivo allí y es lo único por lo que doy gracias. Porque he podido coincidir contigo. —Él la abrazó, apretando con bastante fuerza, como si tuviese miedo a que se resbalara de sus brazos como si fuera ceniza. Y ella lo aceptó, hacía mucho que no sentía la calidez de una persona.

—Tú eres la chica de la profecía —susurró Boruto. Se separó de ella y la miró a los ojos—. La Diosa de la Creación que, en tiempos de caos, es enviada del cielo. Tú y yo salvaremos el mundo, Nanko. Al fin y al cabo, he heredado la voluntad de fuego de mi padre, mi madre y mi abuelo. Tienes razón. He sido un estúpido que pensaba que podría escapar de su realidad simplemente huyendo. —Sonrió mientras se levantaba del sofá. —Nanko, durante toda la desesperación, con el destino como nuestro oponente, ¿estarás conmigo hasta el mismísimo final? —Le ofreció su mano.

—Siempre. —Ella tomó la mano del chico y se levantó. Él se puso su bandana y Nanko vio reflejado a Naruto en él. No le había perdonado después de todo lo que había sufrido, pero él tampoco tenía toda la culpa y, lo primordial, era salvarle a él y a Hinata.

—Nanko, ponte tú también tu bandana. Seguimos siendo ninjas, siempre lo hemos sido y no podemos renunciar a ello. Como siempre, debí hacerte caso. Lucharé por mi familia, por la aldea y por ti. Gracias por hacerme abrir los ojos.

—Ha sido un placer. —Sonrió. —Prepara tus cosas, mañana por la mañana iremos a la luna.

—Me he equivocado en muchas cosas —dijo el rubio—. Pero elegirte a ti será siempre mi mayor orgullo.

Sharingan | Nanko Uchiha | Boruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora