Capítulo 21: La inmaculada.

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Nanko se dedicó a curar a Boruto sin prestarle atención a su propia herida. Se dio cuenta de que el daño que el chico había sufrido no era normal, pero qué esperar de los ataques de los Otsutsukis.

—Nanko, ¿necesitas algo? —preguntó Sumire, levantándose. La nombrada negó, solo ella podía curar heridas de tal magnitud. Boruto consiguió abrir su ojo pese al dolor.

—Boruto Otsutsuki, eres un hombre muy afortunado —dijo Jura—. Parece que el cielo todavía te pide que vivas. Está claro que se trata de una revelación.

—Di algo, Boruto —masculló la Uchiha mientras la sangre de su herida caía en el cuerpo del chico. De repente, Boruto tosió—. No te muevas.

Nanko sintió una mano posarse en su brazo. Al instante, su herida se había curado por completo. "Algo así solo es posible con el chakra de una bestia con cola", pensó, girando su cabeza para toparse con la mirada de Himawari, que la sonreía cálidamente.

—¿Pero qué está pasando? Himawari, tú... —murmuró Konohamaru.

—Es porque la magnitud de la herida era pequeña. Nanko, no creo que pueda curar a Boruto sin tu ayuda, así que colabora conmigo —explicó la Uzumaki. Nanko asintió y se desplazó un poco para que la chica se pusiera a su lado, pero Kawaki la detuvo.

—Quieta, Himawari, no te acerques a ellos —dijo él—. Antes tenemos que hacer algo con ese par, ¿verdad, Konohamaru?

—Tienes razón, esta es una oportunidad irrepetible. Nanko, si te resistes, Himawari no curará a Boruto. —Konohamaru sacó unas esposas de su bolsillo

"Con la cantidad de chakra que le he transferido me sería imposible resistirme, Sarutobi —se dijo la chica—. Quizás sería mejor huir con el Susanoo, pero no puedo dejar tirado a Boruto, que moriría sin mí..." Resignada, Nanko extendió sus manos, todavía curando al chico.

—Son unas esposas selladoras que ha hecho Amado. Con ellas no podréis realizar ningún tipo de técnica. Como estás curando a Boruto, confiaremos en que no escaparás y no te las pondremos todavía para que lo sigas haciendo —comentó el Sarutobi. Nanko asintió y vio como esposaban a su amigo.

Kawaki agarró un sapo de la capa de Boruto, que desapareció nada más ver la situación. Nanko suspiró con pesadez mientras el grupo caminaba hacia el edificio donde se realizaban los interrogatorios.

—¡Nanko, ¿quieres decirle algo a mamá?! —exclamó Sarada antes de tener que separarse de su hermana.

—Manteneos a salvo —dijo ella antes de entrar en el edificio gris.

Una vez hubo curado a Boruto del todo, le pusieron las esposas y la llevaron a su sala. Al entrar se encontró con Ibiki y otro ninja que no había visto nunca. La sentaron en una silla y se la quedaron mirando como si fuera un bicho raro.

—¿Sabes? Llevo queriendo arrancarte la piel desde que mataste a tu padre —dijo Ibiki, acercando su cara a la de la chica.

—¿En serio? —comentó ella, aburrida—. No debes haber tenido mucho en que pensar en este tiempo, te envidio.

El hombre golpeó el estómago de la chica, haciendo que la silla cayese hacia atrás. El ninja que le acompañaba la volvió a poner en su sitio.

—Te habrás quedado a gusto, ¿eh? —profirió la Uchiha con sorna e intentó comenzar a curarse. Para su sorpresa, podía hacerlo. "Ya lo entiendo... Las esposas no permiten el intercambio de chakra con el exterior, pero puede seguir fluyendo en mí sin problemas. Es una mierda no poder romper las esposas, tendré que tirar de taijutsu", pensó.

Sharingan | Nanko Uchiha | Boruto UzumakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora