ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 ℭ𝔞𝔱𝔬𝔯𝔠𝔢

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       ɢʀɪsᴇs

   

      Los días habían comenzado a refrescar, si bien en la media tarde el sol iluminaba con intensidad, en la mañana y en la noche el viento era fresco y les recordaba que el otoño se aproximaba

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      Los días habían comenzado a refrescar, si bien en la media tarde el sol iluminaba con intensidad, en la mañana y en la noche el viento era fresco y les recordaba que el otoño se aproximaba.

Dacia quería disfrutar sus últimos días en Roca dragón y eso incluía su clima.

— ¿Cuál es tu estación favorita? —preguntó mientras trepaba un árbol del cual salían ramas para todos lados.

—No tengo, pero elegiré el invierno —el príncipe Aemond estaba recostado frente a ella y el árbol, de lado con su vista en un libro.

—La mía es la primavera -le dijo.

—Mm —el rubio estaba concentrado en su lectura y la joven lo sabia, por eso quería molestarlo.

—Mm —lo imitó.

El príncipe la miró por un segundo y volvió la vista al libro.

— ¡No puede ser! —exclamó Dacia para llamar su atención.

Aemond, quien sabia que era todo un teatro de la pelinegra, ni siquiera se alarmó.

—Intento leer —dijo simplemente.

—Intento leer —lo burló.

—Veo que amaneciste de buen humor.

—Veo que amaneciste de buen humor.

— ¿Será por lo que hicimos anoche?

Las mejillas de Dacia ardieron más que las llamas que salen de los dragones, Aemond y ella habían pasado la noche juntos y de solo recordarlo la piel se le ponía como pollo. No pudo evitar que su reacción sea demasiado obvia.

—Eso creí —murmuró el príncipe con una sonrisa de lado al ver lo que causaba en ella.

—Eso cr- —estaba a punto de repetir en un tono burlón lo que él había dicho, pero una mala pisada sobre una rama algo seca hizo que la madera se parta y ella cayera al suelo en una seca caída.

— ¡Por los dioses, Dacia! —exclamó Aemond casi regañándola como a una niña pequeña—. Vas a lastimarte.

Dacia se quedó tirada en el suelo fingiendo haberse desmayado, oyó como Aemond se levantó a regañadientes para acercarse a ver si se encontraba bien. Dacia creía que toda su vida él había estado dándole prioridad a ser el hijo ejemplar que su madre quería y necesitaba, que había olvidado disfrutar de los pequeños momentos como los que ella disfrutaba con sus hermanos en Roca dragón; sentir el sol en tu rostro, una pequeña brisa en la mañana, la risa de alguna travesura y las caídas durante los juegos.

—Eres tan teatral —le dijo acercando su rostro al suyo. Dacia abrió un ojo y pudo verlo. Estaba de cuclillas.

—Eres un amargado —hizo una mueca y acto seguido una pausa repentina—. Oye... ¿Qué te sucedió la otra noche?

𝔇𝔞𝔠𝔦𝔞 - [ᴀᴇᴍᴏɴᴅ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora