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– ¿Que tienes planeado hacer? –
 
– Aún lo estoy pensando –
 
El paseo al que Ingrid lo había invitado estaba resultando bastante agradable, pese a que tenía planeado rechazar la invitación, le estaba sirviendo como una distracción para despejarse.

– Si planeas quedarte por aquí puedo hacerte uno de mis caballeros personales y tendrás cierta libertad a diferencia de los caballeros normales –

Es una oferta tentadora sin duda alguna, para alguien que quiera tener la vida resuelta.

– Me temo que debo rechazar la oferta su alteza –

– ¿De verdad? – Se le escucha algo decepcionada – ¿Puedo saber la razón? –

– Quiero seguir mi viaje, creo que aún hay muchas cosas que ver cómo para quedarse en un solo lugar –

– Comprendo, ¿Y vas a ir seguir viajando con tu pequeña comunidad? –

– No, ha llegado un punto en el que ya no pueden venir conmigo –

– Sabes que a ellos les va a molestar que los dejes –

– También tengo que pensar en lo que quiero y no en lo que ellos quieren –

Parece que me dejé llevar y elevé más de lo normal mi voz, verla observar el jardín me hace darme cuenta que mis palabras la dejaron pensativa.

– Me iré en un mes, no me quedaré mucho tiempo más –

– Está bien, te ayudaré en cualquier cosa que necesites –
 
– ¿Puedo preguntarle algo? –

– Claro –

– ¿Porque tenía que ponerme está ropa tan incómoda?, Apenas y me puedo mover... –

No entiendo porque acepté ponerme esta ropa tan lujosa, es demaciado incómoda.

Ingrid que lo veía atentamente no pudo evitar reír al escucharlo quejarse de aquella ropa que ella ya acostumbraba usar luego de tantos años.

Atzel que vestía un traje negro con detalles dorados le veía con un poco de molestia, pero nada podía hacer.

– ¿Su majestad lo planeó todo desde el principio? – La interroga ya más tranquilo.

– Se que odias este tipo de vestimenta pero quería verte vestido así almenos una vez, puedes conservarlo si quieres –

– Pero no lo necesito –

– Eso es lo que dices ahora, pero no sabes si en un futuro te hará falta –

– Insisto en que no hace falta, creo que llamaré más la atención si lo uso en público y eso es lo que menos quiero –

– No tienes remedio –

Ingrid detiene su caminar y mira a Atzel de reojo, tras pensarlo por un momento toma la mano del pelinegro para regresar por dónde habían venido caminando.

– Como no quieres conservar el regalo que te hice almenos vamos a tomar el té juntos y no seguiré insistiendo en que te lo quedes – Almenos no ha seguido insistiendo.

– ¿Puedo tener un atuendo que sea más cómodo para tomar el té? –

– Claro que no –

El ojiazul decide rendirse y dejarse llevar por su amiga, no le serviría de nada discutir con ella siendo los dos tan tercos.

El Séptimo Contratista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora