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El mes pasó relativamente rápido.

Los primeros días cuando Atzel dió la noticia a su pequeña comunidad hubo una reacción de sorpresa en general, nadie se esperaba que tomara esa decisión, ni siquiera Hans.

El mago estuvo unos días muy molesto con el pelinegro, el que quisiera hacer algo así de la nada lo dejo bastante impactado, pero nada que una breve charla entre los dos no resolviera.

Poco después el chico que siempre le hacía los recados quiso hablar con el. Solo le pidió una cosa, quería que le diera un nombre con el que pudiera recordar a la persona que lo cuidó como uno más de su familia. Atzel después de pensarlo con cuidado terminó por nombrarlo Asher, el chico era la persona más feliz luego de escuchar su nuevo nombre.

Los días que restaban del mes establecido para la partida del ojiazul pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Poco antes de su partida los miembros de aquella pequeña comunidad le habían preparado un festín como un regalo de despedida, viendo que no podrían convencerlo de quedarse esta era la mejor opción.

El día menos esperado por algunos llegó. Desde temprano por la mañana el pelinegro arreglaba su caballo con unas pocas cosas, entre ellas su armadura y comida para unos cuantos días, su espada hiba atada a su cintura, no la dejaría en el caballo por su seguridad en caso de que hubieran problemas en el camino.

Asher, que había estado junto a el ayudándole en lo que podia, no quitaba la expresión de tristeza de su rostro.

– Asher ven – Habla el ojiazul dejando lo que tenía en las manos en el caballo.

– ¿Mi señor de verdad tiene que irse? – Pregunta el de pelo castaño acercándose – ¿Porque no puedo ir con usted? –

– El viaje al lugar que quiero ir es bastante duro para una persona, si fueran más las personas que viajan el peligro solo aumentaría –

– No es justo – Un sollozo se escucha acompañando las palabras del chico.

– Lo se – El ojiazul pone una de sus manos sobre la cabeza de Asher como una manera de consolarlo – Pero no siempre las cosas serán como uno quiere, eso es algo que debes aprender, además te he enseñado bastante cosas para que puedas vivir por tu cuenta sin problemas –

– Pero.. – Con la mirada de Atzel sobre el no pudo evitar mirar al suelo – no sé que voy a hacer.. ¿Y si me dejan de lado cuando tú te vallas? –

– Solo el tiempo decidirá si aquello que te preocupa se cumple o no –

– Está bien.. –

Al parecer logro calmarlo un poco o eso le parecía al pelinegro que reanudó lo que estaba haciendo.

Ya pasado el medio día el pelinegro luego de despedirse de sus conocidos más cercanos, agarró las riendas del caballo y partió hacia su siguiente destino.

El Séptimo Contratista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora