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Harry se presentó en el rancho el viernes por la tarde, una hora antes de que Grier fuera a recogerla. ____ estaba nerviosa. Peor, estaba vestida hasta los dientes, y Harry se dio cuenta.

Se había dejado el pelo suelto, y le caía por la espalda hasta la cintura como seda dorada. No se había maquillado mucho, solo polvos compactos y un pintalabios suave, pero sus ojos parecían más grandes, un marrón líquido que dominaba su rostro y su suave barbilla. Llevaba una falda negra ceñida y zapatos de tacón alto que se cerraban con una hebilla en tomo al tobillo, dejando al descubierto el arco sugerente de su empeine. La blusa negra con escote de pico era más ajustada de lo normal, y realzaba sus senos pequeños, firmes y redondos de una forma que hacía que Harry sintiera anhelos en los lugares equivocados. Un mantón español negro de flecos anchos completaba el atuendo. No era caro, y estaba gastado, pero era sexy. Harry no estaba acostumbrado a ver a ____ tan vestida. Y, de pronto, se preguntó qué hacía así, y por qué no lo miraba a los ojos. Sabía por experiencia que le estaba ocultando algo. Plantó una bota en el peldaño inferior del porche y clavó su mirada entornada en el rostro de ____.

—Muy bien, suéltalo —dijo con aspereza—. ¿Por qué estás vestida así, y por qué has salido corriendo al porche nada más oírme llegar? ¿Vamos a salir juntos y se te ha olvidado decírmelo?

__ alzó los ojos y lo miró con enojo. El sarcasmo dolía.

—Eso no lo verán tus ojos —dijo con idéntico sarcasmo—. Para tu información, voy a salir a bailar.

Harry tardó varios segundos en reaccionar. Después, un repentino enfado endureció su rostro.

—¿A bailar? ¿Con un hombre?

Ella se enderezó.

—Sí, con un hombre —su sonrisa resultaba extremadamente provocativa. Adelante, Harry, dime que no has tocado a otra mujer desde que estamos casados. Dime que no sales con nadie.

La expresión del rostro de Harry era indescifrable. Subió los peldaños y se inclinó sobre ella.

—¿Quién es? ¿Un chico de la escuela?

____ comprendió con sobresalto que lo que le había parecido gracioso e inofensivo empezaba a resultar bochornoso. Se sonrojó.

—No es un chico de la escuela —adivinó Harry, y entornó los ojos otra vez—. ¿Vamos a jugar a las veinte preguntas? ¡Dímelo de una vez! —le espetó.

—Es Cash Grier —barbotó, desconcertada por la autoridad de su voz.

De pronto, además de furioso, estaba amenazador.

—Grier es mayor que yo, y tiene un pasado que no se lo desearía ni a la hermana de mi peor enemigo, y mucho menos a ti. ¡No vas a salir con un hombre así!

__ estaba perdiendo su aplomo. Apretó su pequeño bolso contra su pecho.

—No voy a fugarme con él —empezó a decir, tratando de recuperar el terreno perdido—. Vamos a tomar pizza y cerveza.

—Eres menor de edad.

—¡Ya lo sé! Yo no voy a beber, solo él —masculló—. Cenaremos pizza y bailaremos.

Harry deslizó la mirada por su figura muy despacio. _____ tenía la sensación de que la estaba acariciando y vaciló sobre los tacones.

—¿Dónde has conocido a Grier? —insistió.

_____ elevó las manos en señal de impotencia y entró en la casa, dejando que él la siguiera. Era evidente que no iba a parar hasta que no se lo hubiera sonsacado todo. Arrojó el bolso y el mantón en el sillón y se sentó sobre su amplio brazo, cruzando las piernas a la altura de los tobillos. Harry se los estaba mirando con intensidad.

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