Capitulo 22

34 5 0
                                    

Tú no eres él

No, estoy delirando. No puede ser, porque él está muerto. Yo le vi morir. Lo vi caer al suelo sin vida, vi como su cuerpo chocaba contra el suelo. Es mi mente, está jugando conmigo. Vuelve a atraer esos momento... torturándome de nuevo.

Miro a Jaymes, está observando aquel ser, quieto, casi sin respirar. Vuelvo a llevar mis ojos a aquella cosa, nos mira expectante sin saber cómo reaccionar.

Jaymes hace un gesto apartándome y moviéndome hacia atrás, todo con gestos delicados casi imperceptibles. Arrastra el arco con el pie hasta que se agacha hasta él. La bestia se acerca corriendo y él lanza varias flechas que dan contra la madera de los árboles cercanos. Chocaron varios cuerpo hasta que el de Jaymes cayó al suelo.

Se había movido ligeramente sintiéndome incapaz de moverme hasta él. Eran esos ojos, de nuevo. Se habían quedado fijados a mi piel desde la oscuridad.

—Ellise —susurra Jaymes moviéndose hacia la oscuridad con el arco tensado—. Corre, Ellise —no me muevo, permanezco en mi posición—. Si te mata a ti se acabó todo. ¡Corre!

Ese mismo grito me transporto a aquella huida con mi padre, aquel día donde vi por primera vez a Cadmus. Ese día cambió toda mi vida, perdí a mi padre por huir, y esta vez no pasaría lo mismo.

—¡No! No me iré.

La cosa vino a por nosotros de nuevo. Escuché un pequeño sonido metálico, de sus garras, cuando me agacho tirando a Jaymes al suelo, salvándolo de que aquella cosa le hubiera arrancado el cuello.

Formo una esfera de agua con mis manos se la lanzo con fuerza provocando que se estampe contra un árbol y lo parta por la mitad. Un agudo dolor se pronuncia en mi cabeza y empieza a gotear sangre de mi nariz. Trato de recomponerme cuando Jaymes me agarra de los brazos evitando que caiga.

—¿Estás bien? —pregunta, preocupado.

—Si. Yo... tengo que... matarlo —doy un paso fallido cayendo en el suelo.

—Estás débil.

—No.

—¿Estás segur...

—Tengo que hacerlo yo. —me limito a decir.

Me levanto, con la poca fuerza que me queda. Debería utilizar de vez en cuando mis poderes, sino no sé que sería de mí cuando haga ese dichoso hechizo. Me acerco a él con la mirada fija en su cuerpo, el cual no se mueve.

A estas alturas he llegado a  pensar que se trata de una de esas pesadillas. Que se han escapado de mi cabeza y están atacándome. Entonces me acerco al cuerpo, el pelo, el cuerpo, incluso su olor... todo me recordaba a Cadmus. Hasta que abre sus ojos, son de un fuerte amarillo, se fija en mí y parpadea, dolorido.

Me acerco a su herida, acercando la mano, él se aparta y suelta un gruñido. Le mantengo la mirada, con seriedad y queriendo saber de quien se trata. Si no es Cadmus, ¿quién es? ¿Por qué se parece tanto a él? ¿Y si lo es?

—¿Cadmus?

Al decir esa palabra, ese nombre... sus ojos se apagan volviéndose de un color más oscuro, menos brillante.
¿Qué habría provocado eso?

—¿Qu- quién eres? —vuelvo a preguntar con miedo de que responda lo que me temo.

Él me miraba, sin expresión.

—Sam. —contesta y parte de mi preocupación desaparece, por ahora— ¿De qué conoces a Cadmus?

Jaymes le sigue apuntando con el arco por si a Sam le daba el gusto de volver a moverse o cualquier otra cosa peligrosa. Me quedo mirándole, no sé cómo podría contestar a esa pregunta siendo algo conciso. Eso es imposible, tendría que hablar de todo lo ocurrido, desde el principio.

Cuando florece una Asesina✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora