Capitulo 24

26 3 6
                                    

Confesiones a la luz de la luna

Al despertar miro a mis laterales por instinto. Seguíamos en el carro y con su constante movimiento que mareaba.

—Ellise.

Jaymes agarra con delicadeza mi rostro mientras mantenía mi mente embobada por las abrasiones.

—¿Dónde...?

—Estamos llegando a un pueblo. Creo que quieren acampar allí.

Trato de incorporarme sentándome y él me ayuda a conseguir mi propósito. 

—¿Te han hecho algo? ¿Te han herido?

—No, pero me han pedido una cosa —presto atención—. Quiero que les hagas caso en todo lo que te pidan, por favor.

—¿Qué?

—Ellise, es por el bien de ambos. Han amenazado con matarnos si no colaboramos con ellos.

—¿Es que tengo que repetirlo? Puedo matarlos.

—No quiero que los mates —dice con seriedad—. Estás débil. Por favor.

Asiento haciendo caso a su petición y dejo caer la cabeza en los barrotes de metal junto a los sonidos de las ruedas de madera empiezo a escuchar un sonido familiar.

—El río.

—Si, estamos cerca.

—No es eso —presto más atención—. Conozco este río.

—¡Cállate o te quemo otra vez! —la mirada del hombre se mantiene con seriedad tratando de verse intimidante, lo que no sabe es que noto como su corazón bombea con viveza.

Miro de nuevo a Jaymes que no entendía muy bien mis palabras anteriores y respiro dejando que el aire familiar se introduzca en mis pulmones.

—Fue donde me mataron.

—¿Qué?

—El pueblo a donde vamos es donde yo vivía con mi padre. Siempre íbamos de aquí para allá, pero esa vez... no pudimos huir.

Jaymes bajo la mirada atrapando mi mano con dulzura y jugando con mis dedos volvió a subir la mirada.

—Lo siento.

Los recuerdos se amontonan, sintiendo cada sensación otra vez, como si lo estuviera reviviendo todo. Y entonces empecé a contarlo todo, todo lo que mi cabeza recordaba.

—Pensaba que nuestra vida iba a ser muy diferente. Él era todo lo que tenía y... cuando lo mataron... sentí que la oscuridad me invadía por todos lados. Entonces fue cuando resurgí siendo una bruja y no tuve piedad —miro con desprecio a los jinetes de atrás—. Los maté con la misma sangre fría que ellos lo hicieron.

—¿A quienes?

—A los tres jinetes que nos acorralaron. Me acuerdo de sus gritos, de sus suplicas, de como lloraban por sus vidas mientras yo había perdido la mía. Les destrocé hasta sacar toda la sangre de sus cuerpos.

Era la primera vez que contaba esto a alguien. Jaymes me miraba con otros ojos, incluso había soltado mi mano y se había quedado expectante de cómo continuaba describiendo como maté a aquellos tres despreciables hombres. Por eso nunca quise mencionarlo, porque sabía cómo iba a mirarme y ahora qué me miraba de esta manera no podía evitar sentirme decepcionada.

—¿Tú que hubieras hecho?

Sus ojos reaccionaron parpadeantes.

—Yo... no lo sé. Puede que no los hubiera matado para mantener algo de humanidad.

Cuando florece una Asesina✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora