Capítulo 9

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El origen de todo

Pasó todo el día, dejamos que la luz de la luna tomara el escenario para poder movernos con facilidad entre las sombras.

—¿Qué hacemos aquí?

Cadmus me había conducido hasta el jardín trasero de la escuela junto a un pozo vacío. Había muchas leyendas también de este pozo, pero a Cadmus parece darle igual. Se acercaba tan cerca que por un momento pensaba que se caería. No es por nada, pero era un pozo bastante profundo.

—Pon la mano sobre la piedra. Quiero comprobar una cosa. —dice y yo le observo sin entender que es lo que quiere hacer.

Igualmente lo hago y con mi tacto las piedras empiezan a rotar hasta que crean unas escaleras en caracol. Le miro y él no deja de observarme, no sé si con fascinación, incertidumbre o de algún otro estado. Me resultaba tan horrible no saber que pasaba por su mente.

—¿Qué es esto? —hablo con inseguridad. Él se pasa la mano por su nuca y se pone nervioso quitando la mirada.

—Joder...

—Me has dicho que me ibas a contar todo. Estoy esperando. —alza su mano y señala a las escaleras.

Me volteo y sin esperar ninguna respuesta bajo hasta que llego a una habitación oscura con telarañas por todos lados y llena de polvo. Fuera de los detalles, era como si una casa se hubiera sepultado por completo bajo tierra.

—Alguien no ha estado aquí en mucho tiempo. —digo tocando una vela con rastros de telarañas.

Había plantas muertas y un extraño aura. Había viejos cuadros con gente pintada, era una familia. Llevaban elegantes trajes y parecían ser de una familia adinerada. Agarré la pintura y me quedé mirándola forzando la vista.

—Yo he visto esta foto antes

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—Yo he visto esta foto antes. —Cadmus se queda detrás mía. Enciende una vela y ayuda a que vea los rostros. —. Joder, parece Ivonne.

—Lo es. —contesta Cadmus sin yo esperarlo.

Una niña de unos 12 años estaba en la pintura , junto a ella otra niña de pelo oscuro y unos padres que miraban al frente.

—¿Dónde estamos? —vuelvo a preguntar, pero esta vez calmada.

Él respira hondo y camina hacia una habitación que estaba separada por una cortina blanca manchada por rastros marrones, amarillos y diferentes tipos de porquería.

Descorre la cortina y veo a simple vista una camilla con amarres. Me acerco mientras que él se queda mirándome. Paso hacia delante y veo frascos vacíos, piedras diferentes y plantas marchitas. Agarro uno de los tarros de cristal. Contiene sangre que se había secado con el paso de los años.

—¿Qué es esto, Cadmus?

—Aquí es donde fui creado. —apartó la vista del frasco y le observo, él estaba con la mirada perdida.

Cuando florece una Asesina✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora