La verdad

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Y la aceptación.

Se pregunta cuánto Kacchan puede leer de él solo por su comportamiento. El cambió debe ser drástico, apenas un día antes estaba emocionado y nervioso por ir a comer a la casa de sus padres y ahora simplemente no puede concentrarse en nada.

No tiene idea de cómo los demás lo ven, pero puede sentir la mirada preocupada de Katsuki sobre él durante las clases de la mañana. A veces la forma en la que él lo comprende es algo que le aterra puesto que sus propios amigos, aquellos con los que ha pasado años, algunas veces no logran descifrarlo con la misma facilidad.

Durante la hora del almuerzo se acerca a él a preguntarle:

—¿Podemos ir a tu casa después de la escuela?

Ha decidido que lo mejor es aclarar las cosas en un lugar privado, no quiere ningún tipo de chisme o escándalo, además cree que es algo de lo que es mejor hablar en un lugar en el que se sientan cómodos. Por lo menos un lugar donde Kacchan se sienta más cómodo.

Kacchan acepta su propuesta aún luciendo preocupado. Izuku simplemente desvía las preguntas y asegura estar bien. Nadie le cree, ni sus amigos ni Kacchan, pero al menos deciden respetar su negativa a hablar y no vuelven a preguntar.

Después de la escuela regresan caminando. El camino es el mismo que toman cuando van a sus casas, después de todo ambos viven en la misma dirección, sin embargo a Izuku el recorrido nunca se le ha hecho tan largo. ¿Kacchan sentirá el ambiente tan pesado como él? ¿O es sólo su propio cerebro alargando el tiempo siendo consciente de lo que se avecina?

Al llegar a la casa de Kacchan suben inmediatamente a la habitación. No parece haber nadie en casa. No sabe si eso es mejor o peor.

—Kacchan...

Mira hacia al frente encontrándose con unos irices rojos y un rostro fruncido. Demonios, es probable que Kacchan piense que quiere terminar. Aunque tal vez no esté lejos de la verdad, por supuesto que Izuku no quiere terminar, sin embargo existe la probabilidad de que sea Kacchan quien quiera hacerlo después de enterarse de la verdad.

—Por favor no me odies después de esto.

—Deku —Kacchan toma su mano. Izuku se da cuenta por primera vez de que está temblando —. Izuku, ¿qué pasa?

Ha repasado las palabras en su mente todo el día. Tiene todo un discurso preparado en donde se asegura de tocar lo puntos más importantes sobre el malentendido y sus ridículos planes y se dedica a explicarle a Kacchan como es que fue enamorándose de él.

Lamentablemente todas sus palabras se borran de su mente. Está totalmente en blanco y no sabe por donde debería de empezar. Su corazón está acelerado pero es más por algo similar al miedo y se siente totalmente distinto a aquello que sintió cuando se confesó por primera vez.

Aquella vez temía al rechazo, dolería pero se podría superar. En esta ocasión teme perder aquello que ya tiene.

Mira la mesita de noche en donde ve que permanece la carta, se acerca a tomarla. Alza la mirada para ver a Kacchan mientras juguetea con la carta en sus manos. Empezar por esto debería de ser lo mejor.

—Yo. El día que te entregue esta carta yo, yo, yo, puede que haya estado muy nervioso y tal vez, en el momento en el que puse la carta realmente no comprobé que estuviera en el casillero correcto.

Su explicación es vaga, sin mucha coherencia, pero algo parece hacer click en el cerebro de Kacchan pues se queda pasmado y murmura:

—Katsuma...

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