Capítulo VIII

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Tercer día

Como familia

Iban en un tenue silencio desde hace unos minutos, el tráfico del día les había atrapado en un viaje en coche más largo de lo normal. Habían logrado conversar al inicio del viaje, todo cosas banales y super simples que creyeron que serían suficiente tema de conversación para su camino al supermercado, pero para su mala fortuna el destino iba en contra de ellos.

El castaño se intentaba perder un poco viendo su celular y cuidando al pollito quien iba sobre su regazo en una pequeña caja acolchada, sin embargo le parecía grosero no prestarle atención a su acompañante, aún por más que no se le ocurriera que hacer o decir.

Por su parte el pelinegro estaba igual de perdido, estando en su casa cada quién se podía distraer fácilmente haciendo distintas cosas cuando no tenían de qué hablar, sin embargo en ese momento, estando encerrados solo ellos en el coche no había mucho que hacer. Esperaba que el embotellamiento se disipara pronto.

Carraspeó su garganta para limpiarla mientras mantenía la vista al frente y tenía sus manos sobre el volante, el menor le volteó a ver de reojo y sin saber que decir terminó por recargar su brazo sobre el borde la puerta y descansar su cabeza sobre su mano.

Puro silencio incómodo.

El castaño un poco desesperado verificó como estaba el animalito, quién estaba acurrucado sobre su bulto de sábanas mientras comía un poco de las semillas molidas que tenía sobre una tapa de botella que simulaba un platito. Estaba tranquilo.

Una vez comprobó que el niño estaba bien decidió poner la radio en un volumen bajo, ya no soportaba el silencio.

Lo que apenas se escuchó fueron los cortes comerciales de la estación, algo era algo. Tras eso regresó a su posición de descanso.

A los pocos minutos comenzó a sonar una canción que ambos conocían. Party in the U.S de Miley Cyrus. Al instante el muchacho de lentes comenzó a mover su pie suavemente, al ritmo de la música. El pelinegro al escuchar la canción se le formó una pequeña sonrisa y comenzó a mover sus manos sobre el volante imitando el ritmo.

Iban complementados.

El ojiverde terminó por echar una mirada a su acompañante, al verle moviéndose levemente con la canción extendió su brazo hacia el estéreo subiendo el volumen un poco más, lo suficiente para apreciar mejor la canción pero sin exagerar para que el niño se alterara.

El de lentes le volteó a ver copiando la sonrisa que le regalaba.

-Esa canción me pone de buen humor- dijo en voz baja regresando su mirada hacia el frente.

-I know- le contestó el muchacho volviéndose a concentrar en el camino frente a él.

Mariana no pudo evitar volver a verle disimuladamente, su sonrisa se había hecho más amplia y notoria. Sin decir nada igual vio hacia el frente.

Al poco rato los coches frente a ellos comenzaron a avanzar fluidamente, finalmente el tráfico se estaba disipando, por lo que reanudaron su viaje.

Una vez en la tienda tomaron uno de los carritos para guardar sus compras. Hacía unas semanas que el muchacho de ojos verdes no iba por comida, y desde que había llegado aquel pollo a su vida menos aún. Debido a ello el menor terminó por sugerir que un día podían ir los dos mientras cuidaban al animalillo.

Al final el mayor accedió, por lo que esa tarde tras preparar las cosas necesarias para viajar con el niño se subieron al coche y decidieron dirigirse a la tienda.

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