Bomba

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El 16 de Julio de 1883 el reloj colocado en su escritorio empezó a funcionar. Los engranajes comenzaron a moverse, las manecillas resonaron tick, tack, tick, tack, tick, tack, una y otra vez en el interior del aparato. A Katsuki le resultó extraño que haya ocurrido tan de repente, le resultó igual de extraño que a pesar de todo la tapa del reloj siguiera sin poder abrirse al presionar el botón.

Le pareció tan sospechoso que decidió cargar el reloj consigo. Tenía amigos en el Ministerio que podían ayudarle a aclarar sus dudas.

Durante la hora del almuerzo se acercó a Hatsume. Cuando se trataba de máquinas ella era la experta. Su equipo sería el encargado de revisar todo el edificio en busca de bombas durante esos últimos días.

—¿Qué tan grande tiene que ser una bomba para ser funcional?

Hatsume dejó de prestarle atención a su trabajo para dedicarle una sonrisa socarrona. Katsuki contuvo la necesidad de tornar los ojos.

—¿Preocupado por la amenaza de bomba, Bakugō? Te veías escéptico hace solo una semana.

—Un extraño dejó un reloj en mi departamento hace tres meses y apenas hoy comenzó a funcionar. No quiero ser el responsable de cargar una bomba en mi bolsillo.

Un brillo cruzó por los ojos de Hatsume. El tipo de brillo que debería ser preocupante cuando hablas sobre posibles bombas ocultas.

—Uhm. ¿Qué tan grande es?

—Tan grande como cualquier reloj de bolsillo. Pero más pesado de lo que uno podría esperar.

Aquello pareció decepcionarla un poco. Aun así pidió verlo. Kastuki le pasó el reloj y ella lo inspeccionó de forma superficial. Cuando ella intentó abrirlo le advirtió:

—Está bloqueado.

—Ya lo note. Como sea, si bien es misterioso que esté bloqueado y que haya aparecido repentinamente en tu departamento no parece tener nada de malo. No hay espacio en ese pequeño reloj para explosivos. Quizá comenzó a funcionar esta semana solo por coincidencia. Puedes conservarlo, no tienes nada de qué preocuparte.

No tuvo más opción que aceptar aquella respuesta, después de todo Hatsume era la experta. Guardó el reloj en su bolsillo. Descubrió con pesar que su hora para almorzar había terminado.

En un mundo pasa así:

Izuku espera en su establecimiento. Prepara café y galletas para esperar su llegada, esas galletas que él nunca ha probado pero que pronto se convertirán en sus favoritas. Odia tener que esperar, pero no puede pasar por el Ministerio a comprobar nada sin una buena excusa o levantará demasiadas sospechas. Así que espera.

Los múltiples relojes en las paredes cuentan los segundos esperando su llegada. Izuku camina de un lado a otro. Nervioso. Emocionado. El amor de su vida cruzara esa puerta en cualquier momento y no se siente preparado.

Sin embargo dan las 8pm y nada ha pasado. Dan las 9 y nada. Izuku comienza a preocuparse pero no puede permitirse salir, ni siquiera tiene forma de llegar, ha pasado la hora del último tren.

A la mañana siguiente encuentra su nombre en el recuento de víctimas en el periódico.

Aparentemente Kacchan se había cansado del reloj después de un tiempo. La novedad y el misterio pasó después del primer mes. Kacchan dejó de llevar el reloj al trabajo. La alarma jamás se activó.

Con lágrimas en los ojos por aquel desagradable recuerdo Izuku anota mejoras a su plan. Todo debe de salir perfecto, no puede permitir que eso pase.

❃⏱❃

🌠Reb

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