Routine
Capítulo 5: Farewell Time
La vida de Rukia había cambiado demasiado en pocos meses. Pasó de ser una shinigami de frío corazón a sentirse juzgada por él. En sus ciento y pocos años de vida nunca consideró que aquel órgano de su cuerpo pudiera volver a latir de manera tan frenética. Estaba acostumbrada a su silencio; a su invisibilidad cada vez que respiraba.
No tenía por qué ser diferente. Sus gustos no habían cambiado, ni tampoco su gran deseo de hacer lo correcto. Sin embargo, ya no tenía que lidiar con la única meta de ser cada día más fuerte, ni tampoco con caer rendida a los pies de su hermano para conseguir una mísera aprobación.
Vivir en Karakura le había proporcionado unos colores que jamás había disfrutado. Pasaban del gris perla al verde esperanza, recordándole lo fácil que era despertar en un lugar donde no debía ser la mejor, solo ella misma.
Sin embargo, toda la tranquilidad que le proporcionaba su efímera vida estaba a punto de romperse en mil pedazos. La visita de Renji solo le había alertado de que nunca sería como los demás: podría ir a la escuela, disfrutar del plato estrella de Yuzu, lidiar con unos deberes asfixiantes y dormir entre los brazos de Ichigo hasta que todo a su alrededor se deshiciera en los brazos de Morfeo.No era suficiente, ni nunca lo sería.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Kuchiki?
Las palabras de Urahara la despertaron de su ensoñación. Quizá fue demasiado impulsiva al presentarse allí. El tiempo pasaba y cada una de sus alternativas se evaporaba entre sus manos. No podía sentar al sustituto para decirle que todo había acabado, que necesitaba dar fin a una situación donde ella le seguía buscando. Porque su atracción era tan tentadora como bailar sobre las puertas del infierno: agónica y desesperante.
—No tengo otra opción.
—No recordará nada de ti.
Ella curvó sus labios hacia arriba con cierta amargura. Estaba segura de que, para ella, sería imposible olvidar su ceño fruncido. Sus amonestaciones cuando no estaba de acuerdo con algo y el brillo de tristeza que se solía reflejar en sus ojos.
—Lo sé —asintió llevándose las manos hacia mechones oscuros—, ¿qué otro camino me queda?
—Decir la verdad.
—La verdad no detendrá lo inevitable —frunció el ceño la shinigami un tanto frustrada—: no soy humana por más que mi cuerpo intente por todos los medios hacerme débil.
—Sabes que no puedo meterme en tus decisiones, Kuchiki —soltó un largo suspiro—. Me limito a ser un ordinario recadero, nada más.
Urahara sacó de una de sus mangas una pequeña bolsa transparente, el color de la arenilla que había en su interior era de un tono amarillento. Rukia enarcó la ceja sin entender muy bien aquello que le había encargado, abrió los labios dispuesta a replicarle.
—Es justamente lo que necesitas —la cortó.
—Con los humanos solemos utilizar ese ridículo mechero que hace olvidar lo ocurrido.
—Kurosaki no es un muchacho corriente —comenzó a decir con ligereza—. Si de verdad quieres hacer que te olvide, un breve truco no lo alejará de ti. De nosotros. De lo que supuso que cambiaras su vida.
La culpabilidad azotó el estómago de la muchacha provocándole cierto nerviosismo. Las dudas no dejaban de asomar por encima de sus propios pensamientos. Sería mucho más sencillo ser lo suficientemente temeraria para decirle que era un adiós para siempre.
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Routine
Fiksi PenggemarRukia perdió sus poderes la noche que Ichigo Kurosaki se convirtió en shinigami. Desde entonces es parte más de sus rutinas, sus incertidumbres y cada una de sus inquietudes. Vivir en la parte superior de la clínica Kurosaki debía ser fácil. Sin em...